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Colonia Celina - de Suiza a Entre Rios

HISTORIA DE COLONIA CELINA

De Suiza a Entre RĂ­os

Del libro "De Suiza a Entre RĂ­os", de Angela Maria Klocker Restano y Susana Haller Maslein de Dutruel tomamos lo siguiente:

Familia Sartori: Uno de los pocos suizos italianos en nuestra zona fue don Fernando Sartori, nacido en Gerra Gamborogno, CantĂ³n de Ticino, el 28 de diciembre de 1869, hijo de don Pedro Sartori y MarĂ­a Galli. Contrajo matrimonio en Buenos Aires el 8 de abril de 1901 con Ester DuprĂ©, de origen francĂ©s, nacida en Entre RĂ­os, el 8 de abril de 1883, hija de don HipĂ³lito DuprĂ© y de doña Filomena Garda. Fernando y Ester se radican en Colonia Celina, departamento ParanĂ¡.

El militar Pablo MartĂ­nez CrĂ¡maro, que viviĂ³ su niñez en la Colonia, cuenta la historia de esta familia:
«Dominando una loma prominente y enclavado en la esquina noroeste de una encrucijada, en el corazĂ³n mismo de la Colonia Celina, el almacĂ©n de ramos generales de don Femando Sartori. Casa de negocio de lo mas variado y versĂ¡til, y donde se agrupaban comestibles, tienda, zapaterĂ­a, ferreterĂ­a, algo de farmacia y despacho de bebidas, la clĂ¡sica cancha de bochas, bordeada de frondosos paraĂ­sos. TambiĂ©n funciona allĂ­ la oficina de correos. La vasta gama de actividades de don Francisco incluĂ­a carnicerĂ­a, taller de herrerĂ­a, carpinterĂ­a, y remataba su trabajo acopiando cereales y explotando mĂ¡quinas trilladoras de su propiedad.

A don Fernando lo conocĂ­ en mi niñez, aquella de la pobreza y estrechez, sin recursos, y con pocas esperanzas de tenerlos, infancia donde era satisfacciĂ³n poder hacer tos primeros mandados, que realizaba montado en el mĂ¡s manso de los "de boyerear".

La casa de Fernando Sartori en Colonia Celina, 1901

Del almacĂ©n salĂ­a sonriente y ligerito llevando el fiado que habĂ­a anotado previamente el dependiente en la libreta del almacĂ©n y en muchas oportunidades debĂ­ pedir ayuda para montar los encargos, que minutos mĂ¡s tardes depositaba en las manos de mi querida madre. Mi regreso era esperado con ansiedad, porque ademĂ¡s de llenar una necesidad del hogar, constituĂ­a una fuente de informaciĂ³n, habĂ­a que tener retentiva para contar luego que jugaban al truco Florentino RodrĂ­guez de compañero con Tolentino Abarenque y el Indio Coronel con Antonio Guerra, recordar, ademĂ¡s, que el primero le gano al Ăºltimo una falta con veinticuatro, no olvidar que en la cancha de bochas habĂ­a un partido bravo entre el Rubio GarcĂ­a y JosĂ© Venancio Borghello, de rayero Faustino Albornoz y bordeando escenario Felizo Montero, Hilario Leiva, Juancito Wernli, JuĂ¡n Haller y Celestino Ibarra, en la herrerĂ­a se encontraba ValentĂ­n Pross, retirando unas rejas que le habĂ­a afilado su hermano Luis.

Desde lejos y muy temprano se oĂ­an los golpes sobre el yunque, ya sea afilando rejas o caldeando hierros. El fuego de la fragua, activado constantemente por el clĂ¡sico fuelle, era un sĂ­mbolo permanente de fecunda labor. En sus inmediaciones se agrupaban, sin mayor orden, arados, rastras, segadoras, curros, carretas, sulkys, sembradoras y otros implementos afines, que esperaban impasibles, por inanimados, las reparaciones a las que los someterĂ­an, los competentes profesionales de la herrerĂ­a.

Cosechadora y Fernando Sartori, 1922

En tiempos de cosecha y trilla, que se realizaba generalmente entre noviembre y Enero, aumentaba el movimiento en esta casa, a ella afluĂ­a gente de todas direcciones, cualquier hora, en los mĂ¡s diversos medios de movilidad, a buscar provisiones, ropa, telas, correspondencia, llevar o traer herramientas, carruajes... y alpinos, de los que nunca faltan, sĂ³lo a tomarse su vinito, caña, ginebra u otro liquido de acuerdo al "carburante" que usaba su mĂ¡quina.

Galpones lindantes a la casa Sartori, Villa Celina 1901

Los dĂ­as que por lluvia, feriado o finalizaciĂ³n de los trabajos cesaba parcialmente la actividad laboral, era sin exagerar "la Babel entrerriana" no por la diversidad de lenguas, que tambiĂ©n las habĂ­a, sitio por la fisonomĂ­a de las personas, muchas de las cuales provenĂ­an de otros departamentos, especialmente de Villaguay y la Paz, algunos de chiripĂ¡ que se usaba como prenda de trabajo, otros de bombacha, pantalones, blusa, camisa, saco, con pañuelo al cuello, sombrero, gorra o boina; con alpargatas, zapatillas o botas, unos a pie, otros a caballo, en los cuales predominaban los pelajes criollos y ahi se encontraban los bayos con los pangarĂ©s, los lobunos con los ovejeros-rozados, los gateados con los azulejos, tambiĂ©n los tordillos, zainos, colorados, alazanes, oscuros y tostados, Ă©stos, generalmente, con aperos.

Sobre el mostrador desfilaban sin cesar las cosas mĂ¡s dispares, una camisa al lado de una lata de sardinas, alpargatas haciendo "amistad" con un trozo de queso dulce y una galleta; yerba y azĂºcar "del brazo" de una navaja, papel, sobres, tinta y lapicera junto a un frasco de magnesia efervescente, agujas, hilos y botones cerquita de una cincha de piola, y, en la parte del estaño el vidrio se paseaba majestuoso en copas de todas formas y tamaños, conteniendo lĂ­quidos espirituosos de textos colores, aromas y graduaciones alcohĂ³licas. En el expendio de bebidas habia absoluta libertad, y aunque algunos parroquianos se pasaban de la medida, jamĂ¡s se originaron hechos reñidos con el orden y la moral, todos concurrĂ­an con la finalidad de pasar como mejor podĂ­an, momentos de expansiĂ³n y descanso.

Hoy, a mĂ¡s de un siglo de esos momentos de esplendor, la casa muestra las huellas del tiempo, que en su marcha inexorable, deja marcas profundas, sus grandes ventanales parecen ojos gigantĂ©scos que miran asombrados cuanto ha cambiado a su alrededor, ya no circulan carros y carretas llevando el grano, no se escucha el golpe del martillo sobre el yunque, el campo no tiene el dorado color del trigo, ni el azul intenso de sus linares en flor».
Los avances y las nuevas tecnologĂ­as han cambiado la fisonomĂ­a del lugar. La vida de don Fernando es orgullo de esta zona para sus vecinos y descendientes, que hoy se encuentran en distintos puntos de este paĂ­s, que Ă©l quiso como a su «bella Suiza».

Fuentes y mapa: Daniel Degani


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