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Historias de Melincue - La Laguna, Los Indios y El Coronel

El Antiguo Melincue

Departamento General Lopez, Santa Fe

 Tal vez aquello de MelincuĂ© les habrĂ¡ parecido demasiado indĂ­gena a los vecinos de este pueblo. El hecho es que MelincuĂ© un buen dĂ­a amaneciĂ³ rebautizado y se llamĂ³ San Urbano. Y "urbano" deriva de Urbs, ciudad por excelencia.
Sin embargo, San Urbano estĂ¡ lejos de ser una ciudad, pero llegarĂ¡ a serlo, pues el nuevo nombre adoptado es casi un compromiso moral.


A pocas cuadras del pueblo existe la famosa laguna de MelincuĂ©, cuya extensiĂ³n abarca unas cuantas leguas y cuyas aguas desde tiempos remotĂ­simos han gozado de gran renombre, debido al poder curativo que se les atribuye.

Visto que las cosechas andan un año bien y cuatro mal, que el comercio se resiente de estas alternativas, no sé como a nadie se lo haya ocurrido levantar un balneario en forma para atraer sanos y enfermos a las aguas de Melincué.

La laguna estĂ¡ dividida en dos partes: laguna chica y laguna grande, por una lengua de tierra fĂ©rtil que se prestarĂ­a para chalets y recreos.
La laguna chica en el centro mide cuando mucho un metro y sesenta de profundidad, mientras la grande alcanza a tres metros. El fondo de las dos es limpio, sĂ³lido, las aguas son frescas, algo saladas, riquĂ­simas de potasa.

AllĂ¡ me presentaron a don NicolĂ¡s Coronel .. . Es un hombre que reside en San Urbano desde cuando existĂ­an los fortines en la regiĂ³n.,. El viejo Coronel vive cerca de la estaciĂ³n del ferrocarril en un ranchito escondido entre una espesa arboleda, que lo hace invisible a la mirada de los indiscretos.

Me reconociĂ³ en seguida por el hecho de haber sido su cliente:
— ¡QuĂ© tal, don NicolĂ¡s!... No sabĂ­a que usted habĂ­a sido de los primeros pobladores de San Urbano... Acaba de decĂ­rmelo el volantero...

— Es verdad... Tengo 77 años, señor..

Soy santafesino y naci en la costa del arroyo PavĂ³n, donde fuĂ© la gran pelea...
PertenecĂ­a a los cuerpos fronterizos encargados de tener a raya a los indios.., Entonces todo era llanura, sin un Ă¡rbol. Cada mes, cuando la luna amanece con el sol, la indiada pegaba el golpe y habĂ­a que pelear no mĂ¡s.. . Por estos pagos llegaban siempre las indiada del cacique Baigorria y Catriel...

-— ¿No lo dejaron recuerdos?

—  QuĂ© no?.. . Mire... Este es un lanzazo. ¿Lo ve? Y otro lo tengo acĂ¡ en el codo izquierdo... Este es el que me hizo sufrir mĂ¡s porque me tocĂ³ el hueso,.. Del otro casi no me di cuenta, a pesar que me quitĂ³ un trozo do carnĂ© bastante regular...

— Y como fuĂ© eso del

— FuĂ©.. . que debĂ­a suceder .. AquĂ­ habĂ­a una linca de fortines... Usted habrĂ¡ visto el mangrullo que le decimos nosotros... y sobro una pequeña altura existĂ­a un caĂ±Ă³n que hoy ha desaparecido enterrado por los escombros y la basura. Este caĂ±Ă³n
daba aviso de cualquier novedad que se verificaba en estos parajes.,.

— ¿Cada cañonazo querĂ­a decir novedad?

— Eeeeso es.. . Yo tomĂ© parte en la construcciĂ³n del mangrullo y si habrĂ© pasado horas de dia y de noche allĂ¡ arriba espiando los indios... Un dĂ­a como unos ochenta soldados pedimos permiso para salir del fortĂ­n y divertirnos.. .

— ¡Pero y quĂ© clase de diversiones tenĂ­an si no habĂ­a nada?...

— Caza de avestruces, gamas, peludos, perdices; usĂ¡bamos huevos de avestruces... tambiĂ©n...Pues, señor, de los ochenta regresamos 24 apenas.
Los indios nos rodearon y, como para divertirnos mejor habĂ­amos dejado las armas, nos cazaron como ratones. 

— Y dĂ­game... ¿Eso de la laguna es cierto?...

— QuĂ© se enojaba cuando llegaba algĂºn forastero? ¡CĂ³mo no!... Si yo lo he visto mil veces. ¡Se enojaba y como!... Perohace tiempo ya que no hace mĂ¡s nada.. . no sĂ© por quĂ©.

Caras y caretas (Buenos Aires). 7/6/1919, n.º 1.079

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