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Delicias rosarigasinas, gastronomia rosarina


Las tres mesas elegidas en la ciudad. Regionales o ecuménicas, argentinísimas o europeas, todas son orgullosamente rosarinas.

Muelle 1

El restaurante de Marcelo Santana calificó, de entrada, para estar en la lista top. Una alba decoración sumamente agradable sorprende al visitante. Esculturas de Julio Pérez Sáenz, acompañadas con la magnífica iluminación de Piedra Buena –iluminador del cantante Fito Páez– brindan un ambiente despojado, muy claro, “para que la gente se luzca” –como sostuvo Santana, una vez que nos dio la bienvenida.

De carta pródiga en buenas ideas, no elude los cánones americanos ni mediterráneos. Cristian Denis –chef de Muelle 1– un devoto de las técnicas bien aplicadas, cocina riquísimo y perfecto. Sus platos se caracterizan por sustentarse en materias primas de calidad inobjetable.

Si su elección es conocer la gastronomía rosarina, anímese de entrada a unas mollejas acompañadas con una reducción de aceto balsámico, hongos frescos y un crocante de parmesano. Si su gusto lo lleva por los frutos de mar, no dude en solicitar un hojaldre relleno con pasta de camarones y langostinos o una mousse mixta de salmón rosado y lenguado, acompañada con un buqué de hojas verdes.

El servicio es muy relajado, otorgándole al visitante un ambiente fresco y límpido. Si se sienta junto a los grandes ventanales de Muelle 1, podrá observar la viva actividad portuaria que caracteriza a la ciudad.
Como la cocina es de excelente nivel, en esta oportunidad tenemos la obligación de recomendarles tres imperdibles del lugar: surubí grillado y marinado con ajos y hongos secos de pino, acompañado con una manteca de limos y hierbas frescas, guarnecido con papas de campo con pimienta, lomo con salsa de hongos muy mediterránea o un solomillo de cerdo con una salsa de azúcar negro, ciruelas y pasas de Corinto. 
Una muy buena y variada carta de vinos acompaña cada elección.
Sensaciones múltiples y variadas al paladar encontrará en Muelle 1. Si después de comer desea utilizar escarbadientes, no se los pida al mozo, los podrá encontrar en el toilette. 

Te amaré Vicenta
Si su elección es comer deliciosas carnes asadas, Te amaré Vicenta es un fino restaurante – parrilla donde el comensal podrá conocer los sabores de la comida de campo en un ambiente inigualable. Además, es un espacio ideal para aquéllos que creen que la gastronomía y los excelentes vinos son dos de los signos más importantes de la cultura argentina.

Al ingresar al salón llaman la atención los gigantescos murales sobre sus paredes, los cuales relatan la vida de Juan Moreira, la historia de este gaucho y del amor que sentía por su esposa y su hijo. Bajo esta premisa se logra saborear en el lugar la auténtica tradición gastronómica de este país. 
Las personas que se acerquen a este restaurante encontraran un cordial trato personalizado y rapidez en la atención.
A la hora de elegir, no dude en solicitar como entrada una tabla fría Vicenta, que aparece colmada de matambre casero, jamón crudo y cocido, bondiola, lomito ahumado, cantimpalo, pategrás, palmitos, aceitunas y pickles frescos.
En la parrilla, corderos y costillares de primera selección se estarán cocinando a la llama.

Luego de este primer tentempié, aconsejamos degustar una porción de asado ancho, chivito, o cordero patagónico acompañado con una ensalada Vicenta con zanahorias, tomates cherry, choclo desgranado, huevo, queso roquefort, palmitos y espárragos. Un verdadero gusto para el paladar.
Los vinos merecen un capítulo aparte. Una carta impresionante en cuanto a cantidad y calidad espera el pedido de entendidos para ser apreciada. 
Te amaré Vicenta es una invitación a sentirse muy argentinos, experimentando la grandeza de conocer esta patria en base a su gastronomía. Venga a conocer este cálido restaurante.

Matungo Restaurante
Si pasa por Salta y Paraguay, no dude en tocar el timbre. Maica y Carlos Corbalán lo esperan para atenderlo en medio de un ambiente cálido e intimista.
La antigua casona que ocupa la ochava de la mencionada esquina se encuentra ambientada con madera de pinotea, cuadros y accesorios hípicos.
No se deje engañar por su nombre, aquí no se sirven platos criollos. La especialidad del restaurante gira en torno a la pureza de los auténticos sabores de la cocina española y mediterránea.

Los propietarios del lugar le han sabido imprimir sus características personales, derivadas de las vivencias de más de 25 años en España. Si le gustan las historias de aquel legendario país, no dude en parar la oreja: la particular tonada de Maica seguramente lo entretendrá con alguno de sus emocionantes relatos.
De entrada, aconsejamos arremeterle a las tapas españolas, croquetas de pollo, choricitos españoles y a los champiñones salteados con ajo.
A la hora del plato principal, se puede degustar un pulpo a la gallega, besugo a la vasca, merluza en salsa verde, callos a la madrileña, o fabada asturiana.

Si de postre se trata, recomendamos el exquisito arroz con leche, que dedicadamente prepara la dueña del lugar. Otras opciones, no menos atractivas, son las natillas españolas o el original helado de canela acompañado por suculentas bananas flambeadas al ron.
La bodega de Matungo no es extensa pero sí variada, capaz de complacer al paladar más exigente.

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