Las fricciones con Buenos Aires
Los comienzos de la gobernación de Urquiza fueron muy difíciles. El territorio de Entre Ríos estaba invadido por las tropas unitarias de José Maria Paz y Fructuoso Rivera. El gobernador de la provincia de Buenos Aires, Don Juan Manuel de Rosas era el encargado de las Relaciones Exteriores de toda la Confederación y mantenía un conflicto con Francia e Inglaterra por querer aplicar el servicio militar obligatorio a todos los extranjeros que vivían en el territorio argentino. La flota franco inglesa bloqueo al puerto de Buenos Aires que centralizaba todo el comercio exterior del Río de la Plata. Urquiza contribuye a la victoria en Arroyo Grande el 4 de diciembre de 1842, obtenida por el uruguayo Manuel Oribe. Siguieron los combates de Cagancha, Polanco, Arroyo Sauce, Melo e India Muerta. El 27 de marzo de 1845 regresó a su provincia y el 4 de febrero de 1846 atacó en Laguna Limpia al general Juan Madariaga, hermano del gobernador de Corrientes.
Mientras tanto, se había solucionado el conflicto con los ingleses y franceses por vía diplomática. Rosas quería seguir con la confrontación interna. Pero Urquiza era partidario de olvidar agravios y que juntos, unitarios y federales acordaran las bases para una reorganización nacional.
Urquiza tuvo charlas con el hermano del gobernador de Corrientes que había capturado en Laguna limpia. Secretamente empiezan a considerar sacudirse el yugo del gobernador de Buenos Aires. En una carta fechada el 4 de mayo de 1846, el gobernador de Corrientes le dice a Urquiza: “…no trepido en asegurarle que mis deseos tienden a que Entre Ríos y Corrientes formemos una masa indisoluble, de la que usted debe persuadirse será el primer hombre…” Don Juan de Madariaga apoya a su hermano el gobernador: “No vacile, mi querido general. Llego el momento que Vuestra Excelencia de un golpe de el ser a nuestra querida patria, Entre Ríos y Corriente y se inmortalice su nombre” (7).
Los hermanos Madariaga le proponían a Urquiza que Corrientes y Entre Ríos se separen de la Confederación Argentina (como lo había hecho Paraguay) y que hasta tanto se reúna un congreso constituyente, Entre Ríos se encargue de las Relaciones Exteriores. El proyecto abarcaba una posible alianza con Paraguay y Bolivia, pero el intento resultó prematuro por falta de recursos de las provincias y del Paraguay aislado y retraído.
En el transcurso de estas negociaciones, el antagonismo entre Urquiza y Rosas se hizo público. No sólo se verifica en cartas de la época, sino que hasta se hizo público en un editorial de “La Gaceta Mercantil”. Los diarios de Buenos Aires comienzan una campaña de difamación contra Urquiza. Sin embargo, la pasividad de Rosas frente a las negociaciones entre Corrientes y Entre Ríos, aunque no hayan prosperado, son una señal de debilidad que alienta a sus numerosos enemigos.
Urquiza fue ganando tanto prestigio, que el 18 de noviembre de 1846 recibe un pedido de mediación entre los dos partidos uruguayos, interpuesto por el Ministro de Relaciones Exteriores y Defensa Francisco Magariños. Rosas monto en cólera y en una carta a Pacheco decía: “No es posible leer sin indignación esos documentos en que el General Urquiza descorre enteramente el velo de su insensata travesura” (8).
M. Deffaudis y Mr. Ouseley, ministros de Francia e Inglaterra tenían otra opinión de Urquiza al decir que era “el único hombre publico de estos países que da prueba inequívocas de civilización” (9).
Desde su exilio en Montevideo, el 19 de septiembre de 1846 Esteban Echeverría le envió a Urquiza un ejemplar de su libro “Dogma Socialista” acompañado de una nota que decía: “… nos asiste el convencimiento de que nadie en la Republica esta en situación mas ventajosa que Vuestra Excelencia para ponerse al frente de un partido patriótico nacional, para promover con suceso la fraternidad de todos los argentinos y la pacificación de nuestra tierra. Esa gloria es envidiable, y si Vuestra Excelencia la conquista merecerá, sin duda, el titulo de primer grande hombre de la Republica Argentina” (10).
El creciente antagonismo entre Urquiza y Rosas era agravado por razones económicas, el del comercio fluvial. Con motivo del bloqueo franco ingles al puerto de Buenos Aires, Rosas prohibió el trafico directo entre las provincias del Litoral y Montevideo. La medida, dañaba gravemente a las economías regionales. El derecho a la libre navegación de los ríos se instaló como un problema fundamental para las poblaciones ribereñas. El tema ocupo los titulares de todos los diarios de Uruguay, Bolivia y Paraguay.
“El Comercio del Plata” de Montevideo, dirigido por Florencio Varela, mencionó por primera vez a Urquiza en su editorial del 23 de febrero de 1846. Lo invita a constituir una liga en favor del libre comercio y la navegación. El 26 de agosto comenta su actitud de no acatar las prohibiciones de Rosas diciendo que “todo el interés publico, toda la razón, todo el derecho, están de parte de Urquiza”.
“La Gaceta Mercantil” de Buenos Aires contestaba que la prensa uruguaya ofendía a Urquiza pidiéndole “que se pierda inútilmente para todos”. Entonces Varela le contesta desde Montevideo el 15 de octubre de 1847: “Hablamos de Rosas combatiéndolo, porque él es quien representa el principio de las restricciones, del aislamiento, de la dependencia comercial de las provincias. Hablamos también de Urquiza, porque es el jefe de una de esas provincias, de aquella precisamente, que por su colocación sobre los dos ríos interiores, en la embocadura de uno y otro, está llamada a representar el primer papel en toda cuestión de navegación y comercio en los ríos; porque siendo la que mas inmediatamente sufre los perjuicios del sistema de Rosas, es también la que por causas que todos conocen se encuentra hoy con mas medios de hacer respetar los derechos que el dictador quiere privar a las provincias. Por eso hablamos de Rosas y Urquiza; sus personas no nos ocupan, sino como símbolos de las cosas, de los sistemas”.
Por causa de las interminables batallas de la época, recién en 1848 puede Urquiza hacerse cargo efectivamente de la gobernación de Entre Ríos. Hasta entonces la administración de la provincia había estado en manos de administradores designados por él. Se encuentra entonces con diversidad de problemas económicos, educativos y militares que requerían urgente atención. Entonces comienza el periodo fecundo de Urquiza gobernador, muy bien explicado en los libros “Riqueza Entrerriana” de Pedro Serrano y “Seis días con el General Urquiza” de Ángel Elías.
En contraste con las provincias del interior, Entre ríos sorprende por el aumento de su riqueza, por el avance de la ganadería, por el cultivo de sus campos y por la construcción de edificios públicos. Se fundan periódicos, teatros, bibliotecas, escuelas y colegios secundarios. Se proyecta traer colonos europeos y se fundan escuelas de agricultura. El ejército de Entre ríos, por su número y disciplina pasa a ser considerado poderoso por todos sus vecinos (11).
Faustino Sarmiento augura un porvenir grandioso a la Provincia de Entre Ríos, no bien reciba los beneficios de las leyes inteligentes de navegación.
El 31 de agosto de 1850 José Mármol le pide a Urquiza la convocatoria de un congreso, en una extensa carta donde destaca el incumplimiento del pacto del 4 de enero y el desequilibrio económico generado por el cierre de los ríos y la existencia del puerto único.
José Mármol decía textualmente a Urquiza: “El puerto de Buenos Aires continúa siendo la llave de los puerto de esa provincia, cerrados a la bandera extranjera. Y Vuestra Excelencia sabe prácticamente todo cuanto tienen que sufrir la industria y el comercio de Entre Ríos, obligando a pasar sus efectos de exportación por la aduana de Buenos Aires. La multiplicación de costos y las demoras consiguientes, dan al comercio de las provincias no sólo una pérdida considerable en relación a la exportación directa, sino también a cierta lentitud que se comunica inmediatamente al desarrollo de la industria sobre la que especula el comercio. Calcular hasta donde progresara el uno y la otra en una provincia con la riqueza y fertilidad de Entre Ríos, una vez que sus puertos fuesen abiertos al comercio directo y la riqueza de su suelo ofrecida a la inmigración, el especulador y al capital extranjero, seria casi imposible, si se atiende a lo que esa provincia ha progresado en población y riqueza con el bien solamente de algunos años de paz bajo la administración de Vuestra Excelencia, a pesar del obstáculo ruinoso que opone a su comercio el gobernador de Buenos Aires, en su sistema de tener siempre bajo la dependencia de Buenos Aires a las demás provincias de la Republica”.
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