Parana - Tradicion y Religion

Por Francisco Claudio Poyet.

Al cumplirse el primer centenario de que esta población fue declarada por la legislatura provincial "ciudad", corresponde hacer resaltar su tradición, factores y aspecto religioso. No solo con respecto a si misma sino también con relación a la provincia. Ya sea por su importancia histórica, ya como capital de la confederación y de la provincia.

 


No hay para que recordar los complejos y largos motivos e inconvenientes que impidieron, durante dos siglos, que se poblara esta parte de la Mesopotamia argentina, que mas tarde habría de llamarse provincia de entre ríos.
De ahí que Paraná, el centro de población más antiguo de la provincia, aparezca como recién fundada, por colonizadores venidos de la vecina ciudad de santa fe, en el año 1730.
Pero esa misma feliz vecindad con su hermana mayor - por no decir madre - sirvió y con mucho, para que, desde sus comienzos tuviera el servicio religioso que las circunstancias reclamaban y permitían.


Por de pronto, y con fecha 26 de septiembre de 1778, en la ciudad de santa fe, la señora doña María francisca arias de cabrera y Saavedra de Larramendi, vecina de la misma, dono a la iglesia parroquial de nuestra señora del rosario de la bajada de Paraná, la media legua de campo en que está ahora edificada. Como dice la escritura original - "para su mayor ilustre y adelantamiento, en honor de aquel vecindario". La media legua a que nos venimos refiriendo, la determina así la citada escritura: "es la que corre, desde el arroyo que llaman de las lanches (hoy Antoñico) hasta completar una legua de frente, rio arriba, sobre el mismo Paraná, y de fondo media legua, y con exclusión de cinco sitios..." que enumera más adelante.
Puede, pues, afirmarse, sin exageración, que la sencilla, pero noble, cuna de la ciudad de Paraná se meció bajo la egida protectora y maternal de su celestial patrona, la virgen del rosario, cuya pequeña y venerada imagen toda conocen en esta ciudad. Imagen que va a cumplir pronto dos siglos de culto en este pueblo, - que la recibió, como un regalo del cielo, de santa fe, después que fuera retirada del vecino pueblito de san José del rincón, que una grande y larga inundación había destruido, al parecer, para siempre, a principios del siglo antepasado.
El primer cura párroco que tuvo Paraná fue el presbítero don francisco arias de Montiel, quien la administro desde 1730 hasta 1764. Y a él toco por decir así, iniciar en Paraná la vida religiosa, recibirse de la hoy popular imagen de la virgen del rosario, que años después habría de ser elegida democráticamente y canónicamente patrona principal de esta ciudad. Como todo este pueblo ha de recordarlo aun, con motivo de las fiestas centenarias que celebramos el año pasado por tal suceso.

En el solar que hoy ocupa nuestra conocida catedral, han existido cuatro templos, de estilos, dimensiones y calidad correspondientes a las necesidades y recursos de sus respectivas épocas.
El primero fue un largo rancho pajizo, un lujo para aquellos contados, pobres y sencillos pobladores de hace dos siglos.
Lo levanto el citado cura maestro arias de Montiel.
El segundo, algo más amplio y mejor que el primero, estuvo ubicado más al sud que el precedente. Duro unos ochenta años. Poco valía como edificio y lugar dedicado al culto católico.
El 11 de noviembre de 1807, el entonces cura párroco de esta, presbítero doctor Antonio gil de obligado, bendijo y coloco la primera piedra del tercer templo parroquial de Paraná, que tardo más de veinte años de concluirse totalmente; y que es el mismo que muchos de los actuales vecinos de esta ciudad han conocido. Este edificio fue destruido para dar lugar a la actual catedral, cuya piedra fundamental fue colocada y bendecida, el 1 de enero de 1883, por el señor obispo doctor José María Gelabert.

 

Tercer Templo Catedral

 


De esta vieja iglesia existe aun en pie, y muy visible, un alto y bien construido muro, realmente secular y venerable, el que forma parte, al presente, de la actual catedral, en su costado sur, lindando con el palacio episcopal. Ese muro, en su parte externa, conserva el aspecto primitivo, y las huellas de las inclemencias del tiempo.
Al separarse la provincia de buenos aires de sus trece hermanas, por la sanción de la nueva constitución del año 1853, el general Urquiza, que no quería para entre ríos dependencias, de ninguna clase, de buenos aires trabajo empeñosamente ante la santa sede, para que se erigiera un nuevo obispado en aquella, con la sede en esta ciudad de Paraná, lo que al fin consiguió, eficazmente ayudado por el clero de esta región, y especialmente por el deán Juan J. Álvarez.
Y así la ciudad de Paraná fue elevada a los honores de la sede episcopal el día 23 de octubre de 1859, al dar ejecución al delegado apostólico Mariano Marín, a la Bula respectiva, expedida por el Papa Pio IX el 13 de junio del mismo año.

Durante largos años y mientras se proyectaba y construía la catedral definitiva, funciono como provisional el anterior templo que levanto el cura gil obligado.
Así como la parroquia - única entonces - estuvo en la iglesia san miguel; templo cuya piedra fundamental fuera colocada el 30 de noviembre de 1836 y que fue concluida después de repetidas y largas interrupciones.

 

Cuarto Templo

 


Además de los templos ya citados acá, debemos mencionar, como exponentes y cultores de la religiosidad tradicional de este pueblo, por orden de antigüedad, el sagrado corazón - obra del inolvidable sacerdote don justo carmena - sobre la plaza Sáenz peña, en la calle carbo: la capilla del colegio del huerto, en la calle Urquiza; la de san Antonio, en la calle Humberto I; la del seminario conciliar: por no citar las de Villa Uranga, Cristo Redentor, de la Santísima Trinidad y otras en construcción.
Por su antigüedad, ubicación, centros de cultura y población, la ciudad de Paraná se ha distinguido siempre entre sus hermanas de los departamentos, por una vida más intensa, aun en el orden religioso y tradiciones cristianas.

Conto, aun en aquellas tristes épocas de agitaciones políticas y partidarias, con sacerdotes ilustrados, virtuosos, activos e influyentes, que sería largo enumerar aquí. Y que no solo contribuyeron para sostener y fomentar la religiosidad del mismo, sino que sobresalieron en otras actividades sociales, altamente recomendables y patrióticas. Muchos de ellos prestaron su desinteresado contingente y franca cooperación en la labor política, legislativa, social, constitutiva y administrativa, en el campo de las actividades sociales, de estas anarquizadas regiones, huérfanas de hombres abnegados, patriotas y decididos, en las horas difíciles de la tiranía, de la lucha por la libertad y de la organización definitiva de la patria.

 

Desfile y Misa en la Catedral



Esta además que nombremos al cura francisco Dionisio Álvarez - cuya meritoria actuación recuerda con su nombre una calle de Paraná - a monseñor miguel Vidal; al doctor José Leonardo Acevedo; al doctor Juan José Álvarez; al presbítero José domingo rosales, y otros que, por brevedad, omito.
Con tales bases, nada de extraño ha sido, pues, que al crearse el obispado de Paraná, establecerse acá el cabildo eclesiástico, al curia diocesana, el seminario conciliar y otras dependencias de los mismos, esa vida religiosa y actividades eclesiásticas tomaron mayor auge e importancia, irradiando en el resto de la provincia, en incesante crecimiento hasta nuestros días.
El continuo auge de Paraná -aun en esos tiempos en que dejo de ser capital de la confederación y de la provincia - obligo a subdividir las jurisdicciones y tareas eclesiásticas. Hoy cuenta esta ciudad, dentro del municipio, cuatro parroquias, numerosas capillas publicas y semipublicas, establecimientos católicos de educación, de caridad, de cultura intelectual y deportiva, instituciones sociales diversas de socorros mutuos, de publicidad, de previsión, de franca actividad y acción benéfica, y de carácter netamente católico, o, simplemente mixto, que es innecesario enumerar. Pero que tienden a extenderse a arraigarse, en todas las capas sociales, gracias al grande y espontaneo apoyo que le presta la parte más sana, caracterizada e influyente en esta culta capital.
Mucho de esto se explica, en parte, gracias al sano y arraigado sedimento de fina cultura que nos legaron los hombres distinguidos, sabios y "seleccionados" con que las provincias nos honraron, durante la confederación, que enviaron a Paraná como sus genuinos representantes en el congreso y ante el gobierno nacional.

En ese ambiente, y con el aumento de la cultura general de la población, no es sorprendente que todas las instituciones y actividades de la vida religiosa de esta sociedad y pueblo de Paraná, encajen y armonicen bien con las otras actividades, preocupaciones y progresos que absorben el tiempo, las energías, los afanes e intereses legítimos de nuestros hombres, de nuestras familias, de nuestros gobernantes. Del mismo modo que armonizaron patriótica y fraternalmente, hace 100 años cuando en agosto de 1826 - seguros del desarrollo venidero de esta humilde "villa", se elevaron a la categoría de ciudad, durante el curato del célebre, ilustrado y virtuoso cura francisco Dionisio Álvarez.
Al terminar estas líneas, es del caso que hagamos votos por que, como hasta el presente, se cumplan siempre los deseos del inmortal Pio IX, cuando en la Bula de erección de este Obispado, decía: "... Y por cuanto es oportuno designar convenientemente la ciudad e iglesia del nuevo obispado, con nuestra autoridad apostólica, promovemos y elevamos para siempre, y constituimos en residencia del obispado, que esta para erigirse, y de su prelado que en cualquier tiempo fuere, la referida ciudad civil de Paraná, que se nos dice ser una de las principales de la mencionada confederación, y no solo por su extensión y por su posición central, sino también por sus recursos y la dignidad de sus títulos, muy a propósito para el decoro y categoría de una ciudad episcopal, que ha de gozar en adelante de todos los derechos, honores, prerrogativas, gracias, favores e indultos, con que hasta ahora, han acostumbrado distinguirse, y que usan y gozan las otras ciudades episcopales en la América meridional..."

Claudio Poyet.

 

Fuente: Libro Paginas de Oro. Primer Centenario de Parana.

Con tecnología de Blogger.