San Jose - Otro Cielo

Hace 150 años, inmigrantes franceses, suizos e italianos dieron vida a San José, en el actual departamento Colón. Armaron una comunidad con aditamento europeo, nutriéndose de lo que esta tierra les proveyó.

Las barcazas se acercaron lentamente a la costa y las 104 familias oriundas de Saboya (Francia), Valais (Suiza) y Piamonte (Italia) descendieron en la Calera Espiro. Era el 1º de julio de 1857. Sus ojos se colmaron del monte costero tupido de malezas, juncos, totoras, espinillos, y luego lomadas limpias recorridas por el ganado del general Justo José de Urquiza. No había ciudades aledañas, la más próxima era Concepción del Uruguay a unos 32 kilómetros y, cruzando el río Uruguay, Paysandú, en la República Oriental del Uruguay.
Las 500 personas miraron el nuevo horizonte descubriéndolo, acomodaron los baúles que guardaban instrumentos de labranza, vajilla, vestimenta y recuerdos. Hallaron un galpón destinado a la fabricación de cal, ése fue su primer refugio. La noche los encontró bajo un nuevo cielo y al otro día, en la mañana del 2 de julio, comenzaron a ocupar la tierra y a construir los ranchos. “Las tierras pertenecían al general Urquiza. Había puesteros que se ocupaban de la ganadería y algunos gauchos que merodeaban los campos con su caballo, su guitarra y su poncho. Los charrúas habían sido exterminados en época de Rocamora, aunque quedaban descendientes mestizos, producto de la unión entre nativas y españoles”, explicó Celia Vernaz, profesora de Historia, investigadora y escritora oriunda de San José.
Dos leguas cuadradas aptas para la agricultura, divididas en concesiones de 27 hectáreas, fueron puestas a disposición de las familias. “Urquiza, que tenía en sus planes la colonización agrícola porque necesitaba agricultores y no tantos hombres de a caballo, consideró que quien trabajaba la tierra debía ser propietario. Pero no se la regaló, se la vendió con suma facilidad, a pagar con las cosechas y en un plazo de cinco años.”
Lejos de los problemas religiosos y políticos, de las amenazas del Ródano, el río que mojaba su antiguo paisaje, con sus continuos desbordes, de los sacudones de las montañas, de los aludes y rocas que se desmoronaban, los inmigrantes se agruparon según su origen e idioma: al suroeste, los suizos; al noreste, los franceses; y al noroeste, los piamonteses. Bajo la dirección de Alejo Peyret como administrador, la colonia San José pronto comenzó a crecer.
Solidaridad, amistad, música y canto fueron los remedios que encontraron contra la nostalgia. “Si un vecino tenía que cosechar, deschalar maíz o luchar contra las langostas los vecinos lo ayudaban. También se reunían para cantar, comer algo rico (pasteles o empanadas que hacían las dueñas de casa) y compartir el clásico licor para amenizar las noches de invierno”, contó Celia Vernaz.

LOS TRABAJOS Y LOS DÍAS. La afición por la vid y la fabricación de vinos fue general para todos los colonos, a punto tal que los vinos fueron presentados en exposiciones internacionales obteniendo premios. A la vid se sumó el maíz, el trigo (porque la harina blanca para el pan era una de las obsesiones del colono), los productos de la huerta y las gallinas. Los excedentes se vendían en Concepción del Uruguay o en Paysandú. “A Concepción del Uruguay iban a pie, salían de madrugada con su canasto a cuesta cargado de manteca, queso, huevos y productos de la huerta y a su regreso traían lo que no tenían, como por ejemplo azúcar.” También vendían en Paysandú, para lo cual debían cruzar el río en botes o a caballo.
“Nadie puede creer, pero me lo han contado personas que merecen respeto, que muchos iban a caballo, porque cruzar el río es cuestión de práctica: seguían la corriente, cruzaban no enfrente a Paysandú sino mucho antes para que al caballo lo llevara la correntada y lo iban manejando con la mano hasta llegar a la otra orilla. Para volver hacían lo mismo, saliendo más hacia el norte para ser arrastrados por la corriente. El viaje se hacía en el día”, aseguró la historiadora.

EL CRECIMIENTO. Villa San José comenzó a surgir como tal cuando se fundó la Parroquia, en una concesión frente a la cual se ubicó la plaza. La plaza era un descampado que utilizaron los colonos para dejar los carros mientras iban a misa y para reunirse a conversar. Pero “como la gente quedaba todo el día, alrededor de la Iglesia pronto comenzaron a aparecer negocios que vendían alimentos, herramientas, telas y fueron prosperando. Luego se sumaron casas y cuando las casas fueron varias, se organizó como población. La denominación de villa recién vino en 1894, cuando el gobierno de la provincia autorizó la creación de un municipio.”
Tres hitos marcan la historia de San José: la radicación, la relación con la ciudad de Colón y la creación de su propio gobierno municipal.
La relación con Colón (distante a 10 kilómetros) en sus orígenes fue conflictiva y tuvo que ver con una pregunta concreta: quién manda a quién.
“Colón fue fundada seis años después que San José, el 12 de abril de 1863, con el objetivo de aportar un puerto para embarcar la mercadería. Colón era hija de San José, pero al constituirse como municipio, San José pasó a depender de él hasta que en 1894 contó con su propia organización comunal”, explicó Vernaz. Problemas de territorio también surgieron
en esa época, los que fueron solucionados mediante la sesión de la parte sur de San José a Colón.

SAN JOSÉ HOY. “Si la comparamos con ciudades como Esperanza o Baradero, San José no prosperó en la misma medida; pareciera que los hijos de los colonos se dedicaron a trabajar la tierra de sus padres sin mayor creatividad. Por eso yo diría que tal vez se estancó en su evolución, aunque hoy está tomando un empuje extraordinario con empresas locales que tienen su mercado en China o Japón.” El turismo también es una actividad que está aportando dinamismo, aprovechando sus tranquilas playas y su moderno complejo termal.
San José es hoy el fruto exacto de la inmigración europea en la zona y de las bonanzas que el suelo le proporcionó. El 2 de julio pasado celebró sus 150 años; fecha en que se conmemora la ocupación efectiva de la tierra por parte de los colonos que llegaron en busca de otro cielo.

Fotos: Claudia Cagigas / Gentileza Centro Saboyano de San José

Fuentes: “Nuestros abuelos los pioneros. Colonos europeos en la costa del río Uruguay”, catálogo de la nueva exposición permanente del Museo Regional de la Colonia San José.

WEB: www.museocoloniasanjose.com.ar

Cosas del destino
El primer contingente que dio origen a la Colonia San José llegó a Buenos Aires el 24 de mayo de 1857, después de navegar casi tres meses sometido al hambre, la escasez de agua dulce, los mareos y el hacinamiento. Su destino era Corrientes, a partir de un contrato firmado tres años antes entre el gobernador Juan Pujol y la Casa Contratista en Europa. Pero el convenio fracasó estando en alta mar. La preocupación por estas 104 familias llegó al presidente de la Confederación Argentina, Justo José de Urquiza, quien dio la primera solución destinándolas al sur de Entre Ríos, en terrenos de Ibicuy. Pero como la zona era inundable y no apta para el cultivo, los colonos comenzaron a reclamar y días más tarde fueron embarcados hacia la costa del río Uruguay. Frente a Paysandú desembarcaron en la Calera Espiro el 1 de julio de 1857, la antesala de sus sueños.

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