Un Palacio en el Monte
Aún hoy conserva intacta su magia, su belleza y sigue asombrando el Palacio San José levantado en pleno monte entrerriano, alejado de los centros urbanos de la provincia a veintitrés kilómetros de Concepción del Uruguay, próximo al rÃo Gualeguaychú y es desde su construcción en 1848 en donde pasó la mayor parte de su vida don Justo José de Urquiza, en él recibió visitantes ilustres y acontecimientos polÃticos como el famoso Pronunciamiento, que anticipa la caÃda de Rosas, al aceptar la renuncia presentada a la Confederación al cargo de las Relaciones internacionales y la firma de tratados nacionales e internacionales.
D. Justo José de Urquiza. |
La radicación de la familia Urquiza en el RÃo de la Plata se remonta al último tercio del siglo XVIII, con la llegada a Buenos Aires de Joseph Narciso de Urquiza y Alzaga en 1774, nacido en Castro Urdiales, SeñorÃo de Vizcaya (1), bautizado el 29.10.1762 (L.X, f.103 v) (2), permaneció bajo la tutela de su tÃo don Matheo Ramón de Alzaga y Sobrado.
A los veintidós años contrajo enlace con Da. MarÃa Cándida GarcÃa y González, hija del sevillano D. Juan Antonio GarcÃa y Abrego y Da. MarÃa Gervasia González y Monzón, descendiente de conquistadores, en la Iglesia de San Ignacio (L. I, f. 62 v).
La ascendencia de esta rama Urquiza se origina en Vizcaya, hacia el siglo XV según se ha verificado en los libros parroquiales de la anteiglesia de Arrigorriaga: Santa MarÃa Magdalena. A fines del siglo XVII pasa a Abando con Juan de Urquiza y Larrea, casado en San Vicente Mártir y es su hijo Juan de Urquiza y Lezama quien se avecina en la villa de Castro Urdiales, en donde contrae matrimonio en la iglesia de Santa MarÃa de la Anunciación y deja descendencia.
Lugar de nacimiento | Fecha | Ascendencia del Cap. Gral. don Justo José de Urquiza |
Arrigorriaga | Siglo XV | I. MartÃn de Urquiza c. c. Marina de Elorriaga |
Arrigorriaga | b. 1543 | II. MartÃn de Urquiza y Elorriaga c.c. Mari MartÃnez de la Sierra |
Arrigorriaga | b. 1575 | III. Pedro Abad de Urquiza y MartÃnezc.c. Ursula de Arteaga |
Arrigorriaga | b. 1596 | IV. Pedro de Urquiza y Arteaga c.c. MarÃa Sáez de OlarteguchÃa |
Arrigorriaga | b. 1630 | V. Francisco de Urquiza y Sáez c.c. Magdalena de Larrea Orueta; 2º m. Marina de Larrea Orieta |
Arrigorriaga | b. 1662 | VI. Juan de Urquiza y Larrea c.c. Antonia Lezama |
Abando | b. 1696 | VII. Juan de Urquiza y Lezama c.c. MarÃa Cruz de Acha |
Castro Urdiales | b. 1736 | VIII. Manuel Antonio de Urquiza y Acha c.c. MarÃa Francisca de Alzaga |
Castro Urdiales | b. 1762 -1829 | IX. Joseph Narciso de Urquiza y Alzaga c.c. MarÃa Cándida GarcÃa y González |
Entre RÃos | 1801-1870 | X. Justo José de Urquiza y GarcÃa c.c. Dolores Costa y Brizuela (3) |
Los Urquiza son reconocidos por “hijosdalgos notorios, de sangre, casa y solar conocidos” y tienen por armas “en campo de plata un árbol de abedul, y un lobo de sable en su tronco, bordura de azur con ocho estrellas de oro, timbre de noble, con plumas y lambrequines de dichos esmaltes”.
Don Joseph Narciso de Urquiza y Alzaga se dedicó al comercio en Buenos Aires, buscando mejor fortuna se traslada con su familia a “entre rÃos” lo espera allà tierras desabitadas e inóspitas, sin restos de antiguas civilizaciones, no hubo en la hoy provincia de Entre RÃos ciudades, templos, fortalezas, puentes, calzadas, ni obras de regadÃo. El RÃo de la Plata fue una etapa tardÃa de colonización española de América, los españoles ya estaban firmemente establecidos en las Antillas, Hernán Cortés habÃa iniciado la conquista de México y Francisco Pizarro hecho lo propio en el Perú cuando en 1536 el adelantado Pedro de Mendoza funda la ciudad de Buenos Aires, “tierras sin ningún provecho”, sin las riquezas de México y Perú.
Asunción y las Misiones JesuÃticas del Paraguay fueron el primer polo colonizador de España en el RÃo de la Plata.
A Hernandarias se debe la introducción de la ganaderÃa, para que la “Tierra de ningún provecho”, se convirtiera en “una mina de cueros”, y en torno a su explotación, surgen las poblaciones de Entre RÃos.
Mapa de la provincia de Entre RÃos, abrazada por los rÃos Paraná al sudoeste, el Uruguay al este y al norte los rÃos Guayquiraró y Mocoretá. |
En 1783 por mandato del virrey Vértiz el coronel Tomás de Rocamora (4) funda las villas de San Antonio de Gualeguay, Concepción del Uruguay y San José de Gualeguaychú. Cinco décadas antes, vecinos de Santa Fe se afincan en la Bajada del Paraná, puerto natural y lugar de tránsito al Paraguay.
El matrimonio Urquiza con tres pequeños hijos se establecen en Gualeguaychú. Don Joseph en donde es nombrado administrador de la estancia “La Centella” del presbÃtero Pedro José GarcÃa de Zúñiga en donde explota madera y ganaderÃa, administra después la estancia de su amigo D. Pedro Duval, al norte de Concepción del Uruguay y después pasa a ser propietario del Talar de Urquiza en donde levanta la población y trabajan treinta esclavos y más de quince peones.
En 1800 logró el permiso eclesiástico para levantar un oratorio en su establecimiento de campo, que fue erigido en honor a San José.
Su esposa, lee y escribe, se ocupa de la administración del establecimiento, compra y vende de esclavos, tierras y producción, don Joseph, por su parte se ocupa de asuntos públicos. En 1800 fue nombrado Alcalde ordinario de la villa, y obtiene el grado de teniente coronel de las milicias, un año después el virrey Avilés lo nombra Comandante General de los Partidos de Entre RÃos y Paysandú es el cargo de mayor jerarquÃa de la zona, su desempeño fue reconocido por la corona, a la que sirvió con fidelidad.
Don Joseph y Cándida fueron padres de doce hijos, nueve nacidos en Entre RÃos. El apellido Urquiza pasa a la historia con el nacimiento del undécimo hijo Justo José, el 18 de octubre de 1801, el futuro Organizador de la Nación.
Este es el escenario en donde D. Justo José de Urquiza pasó su vida, salvo un perÃodo juvenil, años de estudio en el Real Colegio de San Carlos de Buenos Aires.
Desde joven se dedica al comercio con una pulperÃa en Concepción del Uruguay. Compró campos y más campos, llegó a tener casi un millón de hectáreas, aplica una moderna explotación ganadera. Invierte en modernos saladeros, empresas navieras, de transportes, industrias…. Llega a la vida pública con una importante fortuna personal a la par de una brillante carrera militar defendiendo sus ideas federales.
En diciembre de 1841 inicia sus perÃodos como gobernador de Entre RÃos; en 1849, funda el Colegio del Uruguay y levanta la iglesia parroquial de Concepción del Uruguay; en 1852, lleva a cabo la gesta que lo atará para siempre su nombre a la historia: Caseros, un triunfo militar que lo convertirá en una figura polÃtica de gravitación nacional al posibilitar la Organización Nacional, con la sanción de la Constitución de 1853, y el inicio del perÃodo constitucional del paÃs. Fue elegido Presidente Constitucional de la Confederación Argentina por el perÃodo 1854/60.
En la madurez de sus años y de su inteligencia, y en el apogeo de su poderÃo económico, Urquiza inicia la construcción del Palacio San José, casa principal de la estancia del mismo nombre. Comienza la construcción en 1848, sobre planos del constructor Jacinto Dellepiane, tal como era su estilo, Urquiza supervisa personalmente los trabajos. Un par de años más tarde, el arquitecto italiano Pedro Fossati toma las obras del Palacio y las conduce hasta el final 10 años después. Constituye uno de los ejemplos más claros de la arquitectura italianizante, un estilo que habrá de imperar por muchos años en el paÃs.
Hombre austero, hecho en duras campañas militares y a las recias labores del campo, asombra que Urquiza se haya inclinado por una realización tan refinada, para la época y el lugar. En el Palacio se impone el buen gusto a la ostentación.
Palacio San José, vista del edificio, jardines y quintas, en un grabado impreso en Lemercier, ParÃs y reproducido en “La Confederación Argentina” de Alfred M. du Graty, editada en Paris, 1858. |
El plano rectangular de la mansión se divide en dos secciones iguales, cada una con un patio interior. Con un total de treinta y ocho ambientes La fachada estaba flanqueada por dos miradores, entre ambos una amplia galerÃa con siete arcos sostenidos por columnas toscazas. En la primera etapa se usaron materiales del paÃs, cal y yeso de las barrancas de Paraná, maderas de Misiones y Corrientes, lajas del rÃo Uruguay. Luego se usan materiales más suntuosos: mármoles de Carrara, piedra de La Spezia, azulejos del Paso de Calais, pino de Brasil.
En torno al primer patio o “Patio de Honor”, se abrÃan las habitaciones familiares, el comedor principal, de catorce metros de largo con su mesa de caoba de nueve metros de largo, con fina porcelana inglesa. Por lo general Urquiza no presidÃa la mesa, lo reemplazaba su esposa, comÃa una vez al dÃa, por lo general vegetales. No tomaba mate, ni alcohol, ni fumaba. DepartÃa con los invitados al momento de los postres.
La sala de recepción, conocida como el Salón de los Espejos, recubierto el cielorraso con ciento cuarenta y cuatro lunas de cristal importadas de Francia, con un magnÃfico artesonado, caracterÃstica de toda la residencia, además de ser todos ellos distintos, tallados en pino blanco importado, laminados en oro. En los espejos se multiplicaban las luces de las arañas alimentadas a gas, que se producÃa en el mismo palacio, distribuida con una red de cañerÃas ubicadas sobre los cielorrasos. En las paredes retratos familiares, muebles de jacarandá, amplia alfombra, un piano de cola. Del otro lado de la galerÃa de entrada se ubica el escritorio polÃtico de Urquiza, sigue la sala de billar y sala de armas, los cuartos reservados a los huéspedes distinguidos.
Ocho grandes cuadro pintados por Juan Manuel Blanes (5) recuerdan los triunfos militares de Urquiza.
La residencia contaba con baños y desde 1856 agua corriente, instalada por Paul Doutré, muchos años antes que en Buenos Aires. El agua era obtenida mediante la acción de un malacate y elevada a un tanque desde donde se distribuÃa a las distintas dependencias del palacio.
SeguÃa el patio “del parral”, con su rico enrejado, realizado por Tomás Benvenuto, quien también hizo el diseño y realización de la cocina, de forma octogonal para su mejor aprovechamiento. Ocho canteros en cada uno un naranjo y el aljibe de mármol decoran el patio. A este se abren otros dormitorios, comedores, dependencias administrativas y otras dependencias.
Como todas las grandes residencias la construcción principal se complementaba con cocheras, caballerizas, palomares, panaderÃa, molino harinero, bodega y pulperÃa para abastecer a las ciento cincuenta personas que integraban el personal.
El parque fue diseñado con especial cuidado, en donde se habÃa volcado la ciencia y el buen gusto europeo. El trazado de los jardines se debe a Alphonso Lavisse.
A la entrada de la residencia se encuentra el jardÃn exótico de simétrico diseño en donde dos pajareras de bronce, asentadas en base de mármol albergaban aves del trópico, rodeada de bananeros, cocoteros, araucarias, ombúes, fresnos, laurel, araucarias y entre otros árboles el famoso alcornoque, la tradición cuenta que fue obsequiado por el Emperador del Brasil, Pedro II.
En el archivo histórico existen numerosas constancias de la adquisición de plantas de adorno, árboles frutales y de bosque de todas las especies posibles, las que fueron aclimatadas, convirtiendo a San José en un laboratorio de experimentación. También se preocupaba por cultivar en la quinta legumbres, algunas desconocidas al paladar criollo con semillas llegadas de América o Europa cuidadas por el horticultor Dupuy Jamain: manÃ, té, yerba mate, café, ajos, cebollas, papas, espárragos, habas, alberjas, melones, zapallos de tronco; sementeras de trigo, maÃz.
CientÃficos como Aimé Bonpland, Eduardo Holnberg o D. José Gregorio Lezama le enviaron semillas, plantas y asesoramiento. En 1860 contrató al jardinero francés Avice MarÃn, encargado del césped, plantas, flores. Aún perduran algunas de sus realizaciones como los viejos perales en forma de candelabros, logrados a fuerza de injertos y podas oportunas.
El jardÃn francés situado delante de la casa esta circundado por una reja de hierro realizada por Francisco Carulla, creaba un ambiente que contrasta con los otros jardines, pleno de parterres y con dos fuentes enfrentadas, en las que sus pequeños hijos, en el verano, se daban un chapuzón. Azaleas, aljabas, geranios, rosales, pensamientos entre otras flores de estación.
El Palacio contaba con una capilla de planta octogonal y estilo corintio, su autor fue el arquitecto Fossati, decorada con frescos de Juan Manuel Blanes, fue consagrada solemnemente por el Nuncio Pontificio, monseñor Marino Marini, el 19 de marzo de 1859.
Urquiza revivió una de sus horas de triunfo el 3 de febrero de 1870, su antiguo adversario, y en esos momento presidente de la Argentina don Domingo F. Sarmiento, llegó a San José en visita oficial.
Una guardia de soldados En esa oportunidad el patio de honor se convirtió primero en una gran sala en donde se sirvió el almuerzo. Continuaron paseos por los jardines y en el lago artificial cercano a la casa con atracadero y embarcaciones, fue escenario de una fiesta veneciana. Por la noche el patio de honor se convirtió en una gran pista de baile, los festejos del dÃa concluyeron con fuegos artificiales.
Al dÃa siguiente se realizó la visita a dos instituciones creadas por Urquiza y que fueron su orgullo el histórico Colegio del Uruguay y la colonia San José fundada en 1857, modelo de explotación agrÃcola-ganadera con colonos valesanos, saboyanos y piamonteses.
Urquiza no ignoraba que algunos de sus antiguos partidarios no compartÃan sus ideas de “unión nacional”, instigados por Ricardo López Jordán, un protegido hombre salido del riñón de Urquiza, urdieron una sangrienta conspiración. La banda de forajidos, al grito de “Muera el traidor vendido a los porteños”, “Viva López Jordán” avanzó cruzando el patio del parral y el de honor. El general intentó defenderse. Herido de un balazo en el rostro, su hija Lola se abrazó a su padre herido y ambos cayeron, Nicomedes Coronel se abalanzó sobre ellos y le aplicó cinco puñaladas. Expiró en brazos de su esposa e hijas, que habÃan presenciado la escena. Las huellas de sangre de esta tragedia aún pueden verse en la puerta de la habitación. hijos Justo Carmelo, Jefe de PolicÃa y Waldino, Jefe Militar. La revolución habÃa estallado y Ricardo López Jordán (h) asumió como gobernador de la provincia.
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(1) Archivo parroquial de Santa MarÃa de la Asunción de Castro Urdiales, en los libros de bautismo dice: SeñorÃo de Vizcaya.
(2) DomÃnguez Soler, Susana Tota G. de DomÃnguez Soler, Urquiza Ascendencia vasca, descendencia en el RÃo de la Plata, 435 pág. Editado en Buenos Aires 1992
(3) Justo José de Urquiza, legitimó por ley del Congreso de la Confederación a sus doce hijos naturales. Casado a edad madura con Dolores Costa fue padre de once hijos.
(4) Tomás de Rocamora,(1740-1819) nacido en Granada, Nicaragua. A los 10 años se inició como cadete en España. Tuvo destacada actuación en el RÃo de la Plata.
(5) Juan Manuel Blanes, pintor uruguayo
Fuente: http://www.euskonews.com
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