Santa Fe - La Rebelion de los 7 Jefes
“La rebelión de los Siete Jefes fue un acto de lealtad a la Corona”
Darío Barriera disertó la semana pasada sobre el levantamiento que se realizó el 31 de mayo de 1580. El relato y el análisis de uno de los hechos más importantes de la historia santafesina
La semana pasada comenzó el ciclo de charlas De la Colonia al Siglo XXI, entre la Conmemoración y el Debate, que organiza el Museo Histórico Provincial. El primer tema que se abordó en la búsqueda de repensar algunos de los hechos más importantes del pasado santafesino fue la historia de Los Siete Jefes. Darío Barriera, historiador que disertó sobre el tema, dialogó con Diario UNO.
“La madrugada del 31 de mayo de 1580 un motín agitó la tranquila noche santafesina. Unos 30 hombres, entre los cuales se contaban algunos vecinos notables, se habían complotado para desplazar a las autoridades de la ciudad que respondían a Garay y al gobierno de Asunción”, contó y agregó: “Pretendían imponer como alcaldes y regidores del Cabildo a gente de su partido y colocar a la ciudad bajo la jurisdicción de Tucumán, gobernada entonces por Gonzalo de Abreu y Figueroa. La rebelión duró menos de dos días y fue reprimida por una comisión comandada e integrada por varios de los que componían la lista de rebeldes. De los 34 hombres que habían firmado un acta sellando la conspiración, 10 fueron sentenciados; pero el nombre de siete de ellos cobró trascendencia, lo que cristalizó el nombre del alzamiento como La rebelión de los Siete Jefes”.
—¿Cuál fue el hecho más importante que desencadenó el levantamiento?
—Como casi siempre, no existe una única causa, pero hay situaciones que confluyen: la conjura tiene un propósito local y otro a escala de la gobernación. Los mancebos no tenían las mejores propiedades, pero no eran desposeídos absolutos. También tenían lugar en el cabildo –de hecho, siempre al menos tres de los regidores no eran peninsulares– pero hasta 1580 no habían logrado que uno de los suyos fuera nombrado alcalde (un lugar más importante, puesto que implicaba la administración de la Justicia). Eso era difícil porque en el imaginario de la época era impensable que un mestizo –alguien que ellos consideraban impuro por la mezcla de sangre– llevara una vara de justicia del Rey. Sobre todo cuando la conquista recién empezaba. Sin embargo, Gonzalo de Abreu, gobernador de Tucumán, estaba dispuesto a darles el control del Cabildo a esos mancebos con tal de que pusieran la ciudad bajo su jurisdicción: eso iba bien con las ambiciones de Abreu de alcanzar el Atlántico lo más pronto posible (Santa Fe era el paso previo).
“La conjura –siguió– se tramó durante más de un año, con mensajes, promesas incumplidas, idas y vueltas. Cuando la rebelión estalló realmente fue aprovechando la ausencia de Garay, recordemos que pocos días después el vizcaíno estaría fundando Buenos Aires”.
La búsqueda de justicia
—¿Podría considerarse el levantamiento de los Siete Jefes como una de las primeras organizaciones de un gobierno patrio, local? ¿Por qué?
—Ese planteo figura en varias interpretaciones que intentan encontrar antecedentes independentistas en cualquier parte, pero es un disparate. En primer lugar, la rebelión se hizo en nombre del Rey; en segundo lugar, lo local en la Monarquía hispánica tenía sentido solamente si la sede local era reconocida como tal por los otros dispositivos del poder monárquico. Una experiencia como la de Aguirre en el Perú, por ejemplo, no deja de ser interesante: pero ni fue localista, ni patriótica y lo que sucedió en Santa Fe en 1580 nada tiene que ver con aquello.
—¿Cuáles eran las características de la sociedad santafesina de esa época? ¿Qué conflictos existían y cuál fue su incidencia en la revolución y la traición?
—La sociedad santafesina, en realidad, aún no existía; digamos que apenas estaba conformándose una comunidad y había argumentos para dudar sobre sus posibilidades de éxito. La mayor parte de los hombres que llegaron con Garay en 1573 eran mancebos, eso es jóvenes y muchos de ellos solteros, que legalmente no podían manejar armas de fuego (pero el mismo Garay compró 53 arcabuces para armar a los que no tenían uno) y desprovistos de derechos políticos. Al fundar la ciudad, Garay produjo en ellos una metamorfosis: dejaron de ser los mancebos revoltosos expulsados del Paraguay y se convirtieron en vecinos de la ciudad. Eso les otorgó una dignidad: tierra para hacerse la casa, tierra para producir, y obligación de hacer una familia y de defender a la ciudad con su cuerpo y con sus armas. Pero, los europeos que llegaron con Garay obtuvieron los mejores solares y las mayores y mejores tierras en los alrededores. Por eso los mancebos pronto manifestaron un malestar muy comprensible: eran mayoría, recibían maltratos que otros no y, a la hora del trabajo o de la lucha realizaban esfuerzos que, según su punto de vista, los europeos nativos evitaban. Tenían los mejores puestos en el Cabildo. Ese tipo de desigualdad era constitutiva de aquella sociedad; lo que solía detonar los malestares no era tanto el desequilibrio como los maltratos personales y los abusos de autoridad.
Las consecuencias
—La traición a los Siete Jefes es, en definitiva, un acto de lealtad hacia la corona española. Recién 200 años después comienza a forjarse la idea de un gobierno patrio ¿Cuándo comienza a debilitarse la pertenencia a España en función de la pertenencia americana?
—No sólo la traición fue un acto de lealtad hacia la Corona; la rebelión misma lo fue. En el discurso de los rebeldes, es muy claro que ellos hacen la rebelión contra el mal gobierno (la tiranía de Garay, de quien recibían maltratos, lo mismo que de sus funcionarios, según su punto de vista, claro) y deponer a un tirano era un acto de lealtad a la Monarquía. Diego Ruiz, por ejemplo, antes de morir ajusticiado al pie del rollo de la Justicia, pidió que se diga a su Señor (se refería a Diego de Abreu) que él moría en la seguridad de haber hecho un acto de gran servicio. Entonces todos estaban obrando dentro de un marco de lealtades que, en última instancia, los conducía hacia la cúspide del poder político que les daba sentido a sus acciones. La pertenencia americana comienza a ser muy fuerte en el siglo XVII –y en algunos lugares, como Nueva España (México) mucho más que aquí. Sin embargo, una cosa es que los americanos quisieran más participación en los asuntos de gobierno y justicia y otra muy diferente es discutir la sujeción a de los territorios americanos de la Monarquía a la soberanía del Rey de España.
—¿Qué repercusiones tuvo el levantamiento de los Siete Jefes en la sociedad santafesina?
—Los rebeldes y sus familias prácticamente desaparecieron de la vida santafesina; se conformó una suerte de primera aristocracia de mérito mixta, compuesta por Peninsulares pero también por algunos mestizos a los que dejó de llamarse mancebos. El recuerdo de la rebelión fue utilizado para crear algunas instituciones ligadas con el ejercicio de la justicia y de lo que modernamente llamamos el poder de policía.
Fuente: www.unosantafe.com.ar
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