Mercado del Puerto de Montevideo
De acuerdo a los historiadores Fernando O. Assunção e Iris Bomset Franco, en 1865 se constituyó una sociedad por acciones a iniciativa del comerciante Pedro Sáenz de Zumarán con el fin de construir un mercado en Montevideo. Con este destino se compraron los terrenos a la costa norte de la bahÃa, en el paraje conocido como "El Baño de los Padres", parte de la manzana limitada por las actuales calles Pérez Castellanos, Piedras, Maciel y Rambla 25 de agosto de 1825.
Uno de los pasos iniciales por parte de los empresarios fue consultar al ingeniero inglés R. H. Mesures acerca de la viabilidad de proyectar una construcción metálica sobre bases de hierro, técnica absolutamente desconocida en América, pero que se comenzaba a aplicar en Europa. El uso de esqueletos de hierro en la arquitectura se consagrarÃa definitivamente en 1889, cuando Gustavo Eiffel levantó en ParÃs la torre que lleva su nombre.
El ingeniero Mesures debió vigilar las fundiciones metálicas realizadas en los talleres de la Union Foundry de K.T. Parkin, en Liverpool, y viajar luego a Montevideo con una escuadra de primeros oficiales herreros para dirigir la obra. El armazón original fue levantado sobre el trabajo de albañilerÃa del constructor francés Eugenio Penot. La construcción demoró tres años.
Fue inaugurado el 10 de octubre de 1868 con la asistencia del Presidente de la República, Lorenzo Batlle e integrantes de su gabinete ministerial. Su destino era el de mercado proveedor de frutas, verduras y carnes a los buques que arribaban a la bahÃa montevideana y a las familias adineradas que por entonces levantaban sus mansiones en los alrededores. Las fruterÃas, verdulerÃas y carnicerÃas pasaron a ser, al cabo de los años los hoy famosos y mentados lugares de comidas y tragos.
La abigarrada estructura de metal del Mercado del Puerto ha sido escenario de los mas diversos encuentros. Carlos Gardel y Enrico Caruso se pasearon juntos por sus calles internas; José Enrique Rodó acostumbraba a beber allà sus "caflitas" en un disimulado pocillo de café; Pedro Figaritomó de allà varias de las escenas que inspiraron sus pinturas.
Paralelamente a la historia real del Mercado del Puerto circularon otras no verÃdicas. Se decÃa que por 1800 pasaba en tránsito por el puerto de Montevideo la estructura de hierro de lo que iba a ser una estación de ferrocarril en Bolivia. Al no haber pagado el paÃs de destino las despensas necesarias para culminar la transacción, la compañÃa inglesa que la poseÃa, habrÃa decidido rematarla en Montevideo. También existe otra versión que sostenÃa que el hierro del Mercado era, en su primitivo y original destino, una estación de ferrocarril que debÃa levantarse sobre una ciudad del océano PacÃfico. El buque que conducÃa la carga habrÃa naufragado en las costas de Maldonado o Rocha, y en esas circunstancias un grupo de capitalistas montevideanos habrÃan decidido adquirir por poco dinero el material abandonado y utilizarlo para la construcción de un mercado.
En la actualidad no funciona como mercado, sino que en su interior y cercanÃas se han instalado numerosos restaurantes, que sirven, entre otras especialidades, el plato tÃpico uruguayo, el asado de carne vacuna, convirtiéndose asà en punto obligado de la visita a la Ciudad Vieja de Montevideo.
El ambiente del mercado es heterogéneo. Bajo su estructura metálica se mezclan olores y colores diversos, mientras que artesanos, músicos y pintores interactúan con la gente que llega a comer, a comprar o a curiosear simplemente. El sábado, dÃa que coincide con el promocionado Paseo Cultural de Ciudad Vieja, es una jornada animada por músicos, cantantes y dibujantes. Numeroso público se esparce, tanto dentro del Mercado, como en la calle peatonal Pérez Castellanos y en la plazoleta de La Proa, donde por lo general se ubica una feria de artesanÃas, souvenirs y antigüedades.
Cruzando la Rambla se encuentra el Puerto de Montevideo.
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