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La Leyenda del Lobizón



El lobizón, también conocido como luisón o juicho, es uno de los monstruos más conocidos de las historias guaraníes. Según la leyenda, es el séptimo hijo de Tau y Kerena, quienes fueron maldecidos por la deidad Angatupyry.


Es hermano monstruos como Teyú Yaguá, Mbói Tui, Moñai, Jasy Jataré, Kurupí y Aó Aó, con quienes aterrorizó las aldeas nativas de Paraguay, Argentina y Brasil.




El lobizón mezcla características tanto de perro/lobo como de ser humano, aunque otras historias señalan que también posee rasgos similares a los de un cerdo. Sin embargo, todas coinciden en que su transformación ocurre los viernes y martes, durante las noches de luna llena.


Para llevar a cabo esta metamorfosis, se dice que el portador del lobizón rueda en el suelo en agonía y pronuncia una oración católica al revés. Una vez hecho esto, se cree que recorre los cementerios en busca de carroña para alimentarse, y visita corrales con el mismo propósito.


Como dato curioso, se puede mencionar que en Argentina todavía existe el decreto 848, que establece que el presidente de la Nación debe ser padrino del séptimo hijo varón de cada familia para romper con la maldición.


María Monteros, de la Entidad Binacional Yacyretá, sostiene que según la tradición también se debe bautizar al niño en siete iglesias. Sin embargo, estas prácticas son consideras supersticiones.


El lobizón es uno de los seres mitológicos más reconocidos de este lado del mundo. Sin embargo, queda claro que alrededor del mundo también se cuentan otras versiones. Por ende, su terrorífico legado cultural trascendió fronteras, pueblos y periodos históricos.

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