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Corrientes - La Virgen de Itati


La historia de la imĂ¡gen de la Virgen de ItatĂ­.


 Venerada por miles de files, esta imagen representa una Virgen de cabello negro, de pie sobre una media luna, con las manos juntas en posiciĂ³n de oraciĂ³n, con un rosario rodeandolas.

Sin dudas la belleza de la imagen de Nuestra Señora de ItatĂ­, impacta cada ocasiĂ³n en que una persona tiene la posibilidad de apreciarla. Su tez morena y la dulzura de sus ojos de Madre, que parecieran constantemente estar mirando a quien acude a ella, hacen que su rostro transmita una sensaciĂ³n de inmensa paz y tranquilidad.

Esta imagen, cuyo cuerpo fue tallado en timbĂ³ y su rostro en nogal, mide un metro veintisĂ©is centĂ­metros de altura (1,26 m), representa una Virgen de cabello negro, de pie sobre una media luna, con las manos juntas en posiciĂ³n de oraciĂ³n, con un rosario rodeandolas.

Viste un manto azul, con detalles bordados en dorado y en su cabeza una tĂºnica blanca, sobre la que reposa la corona, rodeada de doce estrellas, que el 16 de Julio de 1900, en el atrio de la Iglesia de la Cruz de los Milagros de la Ciudad de Corrientes, el doctor Paendo de Lastra y Gordillo, por ese entonces obispo de ParanĂ¡, Corrientes y Misiones, colocara sobre sus sienes, misma que el Papa LeĂ³n XIII, bendijera en su capilla del Vaticano.

El 23 de abril de 1918, la Virgen de ItatĂ­, fue proclamada Patrona de la DiĂ³cesis de Corrientes, creada en 1910 por el Papa PĂ­o X, y hoy es reconocida como protectora de todo el NEA.

Pero, ¿cĂ³mo y de dĂ³nde llegĂ³ esta hermosa imagen a los dominios de Santa Ana? La misma imagen era venerada ya cuando fray Luis de Bolaños y fray Alonso de San Buenaventura, abandonando las misiones del GuairĂ¡, la trajeron consigo y extendieron su culto entre los que poblaban los dominios del YaguarĂ³n.

AllĂ­, en lo que es hoy Taba CuĂ© se le construyĂ³ un humilde oratorio con las piedras que abundan en el ParanĂ¡. Una irrupciĂ³n de los indios comarcanos, del sur del TebiacuarĂ­, destruyĂ³ el oratorio y se llevĂ³ la imagen. Hallada en la reducciĂ³n de Bolaños, en el cuarto de fray Luis GĂ³mez, de donde la volviĂ³ a arrebatar un indio principal llamado JosĂ©, que poseĂ­a una chacra cerca del arroyo YaguarĂ­, en donde sus hijos pequeños, se dedicaban a la pesca.

En una ocasiĂ³n en que el ParanĂ¡ bajĂ³, los indiecitos no pudieron hallar pesca en el arroyo y se fueron hasta el recodo del profundo cauce del rĂ­o, en las inmediaciones de la CalerĂ­a, y frente a la llamada lsla Verde, cuĂ¡l seria el asombro de los indios al divisar sobre una piedra la imagen arrebatada de la Iglesia de la reducciĂ³n, con su misma indumentaria tallada y el mismo noble y piadoso porte de sĂºplica! La admiraciĂ³n cobrĂ³ proporciones en aquellas almas sencillas que de inmediato emprendieron el retorno. El padre doctrinero fray Luis GĂ³mez fue informado enseguida y organizĂ³ el traslado de la lmagen de YaguarĂ­.

Pero llegamos a un punto que nos desconcierta de nuevo: segĂºn una antigua leyenda oral, que fue alterĂ¡ndose con el correr de los años, "pero que se mantuvo intacta de padres a hijos, en la vida de la poblaciĂ³n indĂ­gena y que, siendo mĂ¡s tarde descuidados y saqueados los archivos del pueblo y menospreciados los antiguos informes, solo se conservĂ³ en sustancia", parece que luego del traslado de la imagen a YaguarĂ­, desapareciĂ³ sorpresivamente y tras una afanosa bĂºsqueda fue hallada en el mismo lugar donde la encontraron los hijos del indio JosĂ©. Regresada a YaguarĂ­, volviĂ³ a desaparecer, descubriĂ©ndosela en el mismo sitio anterior; con lo que el padre doctrinero comprendiĂ³ que allĂ­ deseaba recibir veneraciĂ³n la Virgen. En consecuencia, el padre GĂ³mez resolviĂ³ trasladar la poblaciĂ³n a las inmediaciones del lugar del hallazgo. "Por otra parte, YaguarĂ­ debĂ­a forzosamente trasladarse, ya quĂ© su situaciĂ³n se prestaba a los atropellos, mientras que el lugar del hallazgo, por lo alto y abrupto, se prestaba mĂ¡s para la defensa contra las irrupciones."

Podemos, considerar que, piadosa y maternal, la Virgen indicĂ³ el lugar estratĂ©gico , para que su culto no se viera impedido por los continuos sobresaltos que debĂ­a experimentar en el viejo YaguarĂ­.

Santa Ana quedĂ³ abandonado, siendo desde entonces conocido con el nombre guaranĂ­ de Taba-CuĂ© (que fue pueblo); la nueva poblaciĂ³n recibiĂ³ su bautismo mariano con el nombre de Pueblo de los Indios de la Pura y Limpia ConcepciĂ³n de Nuestra Señora de Itatin, que mĂ¡s tarde fue cambiado por el de Pueblo de la Pura y Limpia ConcepciĂ³n de ltatin por fray Juan de Gamarra.

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