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Carnavales de otras epocas

Aquellos viejos Carnavales! 

Muy esperados durante todo el año, contĂ¡bamos los dĂ­as que faltaban para que llegara. Lo mĂ¡s divertido era a la hora de la siesta jugar “al agua” con los chicos y chicas del barrio. Este juego consistĂ­a en tirarnos baldazos de agua o bombitas de agua, en cualquier momento y cualquier lugar. Y era sexista: varones contra mujeres y viceversa. Era imposible caminar por las veredas a esa hora sin terminar empapado/a, no importaba si ibas a comprar, o estabas vestida de fiesta, era sabido que en esos dĂ­as, a esa hora estaba permitido y no habĂ­a quejas ni ruegos que valiesen para quedar a salvo.


Alrededor de las 18hs todos corrĂ­amos a nuestras casas a bañarnos, porque comenzaba la hora de los disfraces. Las nenas, soĂ±Ă¡bamos con esas tardes porque era el Ăºnico momento del año en que nos permitĂ­an maquillarnos los ojos con delineador y rĂ­mel, y los labios de rojo brillante… Y asĂ­ salĂ­amos a caminar por el barrio, cada uno disfrazado de lo que podĂ­a. La mayorĂ­a inventaba disfraces con lo que habĂ­a en casa, aportĂ¡ndole muchĂ­sima imaginaciĂ³n (que entonces nos sobraba) un vestido de mamĂ¡ con un cinturĂ³n importante, o un poco de papel crepe y collares de colores y aros gigantescos, se convertĂ­an en bellĂ­simos trajes que orgullosamente lucĂ­amos por doquier.

Y a la noche todos los vecinos concurrĂ­an a los bailes familiares en el Club del barrio o del pueblo. Y ahĂ­ estĂ¡bamos todos, grandes y chicos, abuelos, padres, hijos y nietos disfrutando juntos. Cada familia hacia como podĂ­a, algunos llevaban comida de sus casas, y otros compraban en la cantina del Club. Muchos brindis, mucho baile, salpicado con “espuma”, serpentina y papel picado y aun los vecinos que durante el año peleaban, esas noches hacĂ­an tregua para compartir los Carnavales.

Porque eso tenĂ­an los Carnavales: unĂ­an a la gente y servĂ­an para conocer a tus vecinos, y compartir. Todo en un clima de alegrĂ­a y comuniĂ³n incomparables.



Ya de adolescentes, lo verdaderamente importante eran los bailes. La mayorĂ­a de las chicas solo tenĂ­amos permiso para ir a bailar por primera vez en Carnavales. Recuerdo aquellos primeros bailes con mis compañeras del Secundario. Semanas de preparativos, mil promesas a mis viejos para que me dejaran ir, (porque siempre debĂ­a alguna materia para marzo), las interminables llamadas telefĂ³nicas con mis amigas consultĂ¡ndonos que nos Ă­bamos a poner, las averiguaciones previas sobre “quien” iba a ir, sobre todo si “Ă©l” iba a estar…Y despuĂ©s de tantos preparativos, al fin la “gran noche” del SĂ¡bado de Carnaval, hermosa mĂºsica, baile, charlas, alguna que otra tenia suerte y “Ă©l” la sacaba a bailar, y entonces se coronaba la noche de gloria. Y a la salida, ya de madrugada, caminar cantando y con los tacos en la mano hasta la EstaciĂ³n o parada para esperar el colĂ©ctivo a casa.

¿Pudimos refrescar la memoria?


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