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La Cruz - Leyenda del Agua Santa


LA LEYENDA DE AGUA SANTA

La Cruz, Corrientes

En tiempo remotos, en Mbororé, vivía un poderoso cacique de la tribu Guaraní, cuya mujer era muy conocidas en muchas leguas por su caridad y su piadoso temor a la Tupa.
TenĂ­an ellos un solo hijo, tan valiente guerrero, como sanguinario dĂ©spota. Al morir su padre, le sucediĂ³ en el mando de la tribu y un celoso de la fama de su bondadosa madre, concibiĂ³ el proyecto de asesinarĂ­a. Una vez madurado tan abominable plan, invito a esta al recorrer el bosque.
Sin imaginarse si quiera la tenebrosa idea de su querido hijo, llena de alegrĂ­a, lo acompaño. Al llegar a un lugar a propĂ³sito para cometer su crimen, el joven guerrero asesto un feroz golpe, con un madero, en la cabeza de su bondadosa madre, quien se desplomo inerte. CreyĂ©ndola muerta se apresuro a borrar las huellas del asesinato; cavo un profundo hueco colocando el cuerpo en el, en posiciĂ³n vertical y luego procediĂ³ a taparlo. Cuando solo quedaba afuera la cabeza, la pobre victima volviĂ³ en si, y al darse cuenta de la maldad de su hijo, abundantes lagrimas bañaron su rostro.

En tal forma llorĂ³ que las lagrimas al correr llevaban la tierra a su hijo arrojaba pretendiendo sepultura viva. Furioso al ver que no podĂ­a ocultar su crimen, toma de nuevo el madero y vuelve a asestar otro golpe a la cabeza. AllĂ­ recibiĂ³ el castigo de TupĂ¡ pues en acto se convirtiĂ³ en piedra.
Reblandeciendo el terreno por las lĂ¡grimas que seguĂ­an brotando de los ojos llorosos, la piedra fue hundiĂ©ndose en el suelo hasta desaparecer bajo tierra.
Paso el tiempo. Un dĂ­a los ancianos de la tribu encontraron en el mismo lugar una vertiente y en el medio de ella una imagen llorosa.





Intentaron extraerla, pero en el momento en que iba a ser tocada, la imagen desaparecĂ­a.
Entonces se llamĂ³ a la vertiente EL AGUA SANTA y hasta hoy es conocida con el nombre de AGUA SANTA y esta situada a un kilĂ³metro al norte del pueblo de La Cruz.

CorrĂ­a en el año 1.878, al lado del monte del AGUA SANTA tenĂ­an su choza los ancianos Velozo, la señora, doña MarĂ­a Velozo, mĂ¡s conocida con el nombre de LA LALU, tenia en su casa un criado negro, hijo de esclavos, ambos, ama y criado muy caritativos.
Una mañana que como de costumbre visitaron la vertiente de la imagen, el negro quiso palpar esa santa que se veĂ­a y entonces se produjo el milagro: la santa no solo desapareciĂ³ sino que se dejĂ³ sacar de la vertiente.
Con todo respeto fue trasladada a la morada de la LalĂº, quien le hizo construir un nicho, donde coloco a la imagen que media mĂ¡s o menos 18n cm. de altura. La vertiente de donde fue sacada se convirtiĂ³ en lugar santo, sirviendo de agua pura, en un principio para bautizar y mĂ¡s tarde para curar toda clase de enfermedades.

Pasaron los años, falleciĂ³ LalĂº, despuĂ©s el negro, que por nada querĂ­a separarse de la imagen, a quien veneraba por encontrarla parecida con Santa Lucia.
Hoy esta imagen es venerada como dicha santa y el mayor misterio es que siendo una maderita crece y tiene necesidad sus poseedores de cambiarle periĂ³dicamente el nicho porque su cabeza alcanza la parte de arriba.

La primera vez que esto sucediĂ³ mando a agrandar el nicho don Honorio Garay, despuĂ©s se la tuvo que cambiar tres veces mĂ¡s. En el año 1.931 media aproximadamente cuarenta y cinco centĂ­metros de altura y se hallaba en posesiĂ³n de una descendiente de la LATU, MarĂ­a Mercedes Velozo, alias Lela.
Al lado del pozo que formo la vertiente hay un planta de laurel negro, cuyas ramas forman una cruz, la piedra de la leyenda fue extraĂ­do por don Vicente Silveira y tallada en ella la cabeza de un indio, que se encuentra en el patio del Destacamento reforzado La Cruz. Actualmente es poseedora de la Virgen la familia Barcillos y mide cincuenta y siete centĂ­metros de altura.

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