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Historias de Villaguay - La Zoila Bravo

La Zoila (por Dardo Bianchi)

Leyenda Popular de Villaguay, Entre Rios

Zoila Bravo firmaba sus escritos con un seudĂ³nimo: Margarita Duval, un juego de palabras uniendo los nombres de los dos personajes principales de “La dama de las Camelias” de Alejandro Dumas.

Su nombre real era Zoila Ladislada Bravo. VivĂ­a prĂ¡cticamente sola en una casa, que parecĂ­a un castillo, en el medio del monte, a la vera del Arroyo Villaguay.

En aquellos años, aun no existía la ruta ni el puente que conocemos hoy. Apenas era un caminito de tierra que terminaba en el arroyo y, ahí, se acababa todo.


Zoila era un ser misterioso y llamativo. AdemĂ¡s de escribir poemas, tocaba el violĂ­n, pintaba al oleo, recibĂ­a en su casa a los intelectuales del pueblo, tiraba las cartas, hablaba con las arañas, viviĂ³ amores de pelĂ­cula y, segĂºn algunos, hasta refugiaba en su hogar a hombres disidentes de las situaciones polĂ­ticas de la Ă©poca.


Siempre vestĂ­a de negro, impecable. Maquillaba su cara con polvo de arroz y reforzaba sus labios con brillante rouge.

Por las noches, solĂ­a salir al balcĂ³n de su castillo para disparar al aire varias balas de su viejo trabuco. Era como un escudo que la protegĂ­a. Como un aviso para los hombres del monte en esas noches sin lunas: “Ojo, aquĂ­ estĂ¡ la Zoila Bravo”.

Hay quienes comentan que tal vez Zoila y el Che Guevara pudieron conocerse, puesto que el Che, cada vez que venĂ­a a Villaguay, se alojaba en una casa lindante al campo de la Zoila. Pero esto es muy difĂ­cil de comprobar. Los dos personajes, ya estĂ¡n muertos.

Lo cierto es que, una vez, Zoila Bravo, tuvo un romance con un periodista llamado Celestino Valdez que trabajaba en un Diario de Villaguay. Un romance que terminĂ³ en drama puesto que el periodista abandona a Zoila para fugarse con una sobrina de esta, obviamente mucho mĂ¡s joven.
Aparentemente es allĂ­ donde Zoila se encierra, se viste de negro y sale al balcĂ³n a lanzar tiros al aire. 



Pescadores de la zona dicen que aun suelen escucharse esos tiros por las noches. Comentarios muy comunes de la gente de campo.
Zoila hablaba con las arañas, le ponĂ­a nombres, le cantaba nanas. Su relaciĂ³n con las arañas era tal que cuando enfermĂ³, ya viejita, ocurriĂ³ algo insĂ³lito en el Hospital: Dos enfermeras la cuidaron hasta el Ăºltimo momento. Las enfermeras nunca entendieron por quĂ© esa habitaciĂ³n siempre se llenaba de arañas. Era la Ăºnica habitaciĂ³n del Hospital que tenĂ­a arañas. Cuando Zoila muriĂ³, las arañas desaparecieron.
Para algunos, Zoila era una mujer muy temida, pero la mayorĂ­a de los hombres que visitaban su casa, casi todos intelectuales, aseguran que, en verdad, era una mujer muy amable y portadora de una rara belleza.
Zoila Bravo naciĂ³ y muriĂ³ en Villaguay. ConociĂ³ la luz en 1905 y se despidiĂ³ de ella el 24 de agosto de 1987. TenĂ­a 82 años. Sus restos aun reposan en un nicho, muy cerca de la entrada principal del cementerio local.
Muchos la recuerdan como aquella enigmĂ¡tica mujer vestida de negro que, apostada contra un poste de su tranquera, cobraba un par de pesos a todos aquellos que querĂ­an acceder a una soñada playita de arena, sobre el Arroyo Villaguay, en el corazĂ³n de su salvaje jardĂ­n.

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