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Sunchales - Segunda Colonizacion

Segunda olonizaciĂ³n de Los Sunchales

Los hombres de gobierno, al ver fracasada la tentativa de colonizaciĂ³n de Los Sunchales, procuraron otra forma de poblarla para que diera mejores frutos, por lo que concibieron un plan mixto que consistĂ­a en apoyar la iniciativa privada.


Los Sunchales poseĂ­an campos fĂ©rtiles, buenas aguadas, madera de los bosques, estaba casi libre del ataque de los indĂ­genas, tenĂ­a rutas ya trazadas, las chacras ya amojonadas y una minorĂ­a de habitantes rodeando el fuerte, o sea que no podĂ­a permanecer por mĂ¡s tiempo en el abandono.

El gobernador de Santa Fe, Mariano Cabal, con su obra de gobernar poblando, buscĂ³ a hombres de empresa para llevar a cabo sus proyectos, entre ellos estaba Carlos de la Mot o de Mot, de nacionalidad belga, de origen noble, a quien le encargaon la colonizaciĂ³n de Los Sunchales. De Mot concibiĂ³ la empresa de traer agricultores de Europa y afincarlos alrededor del Fuerte, en las mismas tierras de la colonizaciĂ³n anterior.

El 18 de mayo de 1868, se firmĂ³ el contrato de colonizaciĂ³n con Carlos de Mot, y el 16 de julio de ese año se estableciĂ³ la segunda colonizaciĂ³n de Los Sunchales.

DespuĂ©s de firmado el contrato con el gobierno de la provincia de Santa Fe, Carlos de Mot se trasladĂ³ a Europa a buscar las familias de agricultores. DespuĂ©s de un año, apareciĂ³ con los primeros colonos, italianos, franceses, suizos, ingleses, españoles, alemanes y algunos belgas.
El gobierno, como primera medida para gobernar a esos inmigrantes, designĂ³ un Juez de Paz, FermĂ­n Sosa.

Sin embargo, Carlos de Mot, como organizador tĂ©cnico de la colonia, se preocupĂ³ mĂ¡s de los detalles que de las principales necesidades de la colonia. Se sintiĂ³ el nuevo colonizador, dueño de casi un paĂ­s, convirtiĂ©ndose en un noble señor, con sĂºbditos que trabajarĂ­an para Ă©l. PidiĂ³ que se le trazaran los planos de un palacio, para que todo se pareciera a un castillo feudal.

En el pueblo, alrededor del fuerte, enclavado en el centro de la plaza, se habĂ­an levantado unos 178 ranchos para los colonos y los obreros; en las concesiones, unos 18 ranchos; o sea que la mayor parte de la gente vivĂ­a en el pueblo, dedicada a la huerta, al comercio o artesanĂ­as. HabĂ­a poco entusiasmo agrĂ­cola.

Todo lo plantado y edificado en esta segunda colonizaciĂ³n de Los Sunchales, hacĂ­a suponer un emporio de riqueza y una fuente de producciĂ³n extraordinaria. Pero al frente de la administraciĂ³n estaba De Mot, que iba poco a Los Sunchales y en su lugar habĂ­a dejado al Dr. Flabet quien, ajeno a todo cuanto se relacionara con la agricultura, cualquier rendimiento le parecĂ­a extraordinario.

Diversos factores influyeron para que, en Los Sunchales, la gente no se pusiera de acuerdo, prevaleciendo los factores Ă©tnicos, los idiomas, las costumbres y la falta de leyes adecuadas que rigieran la vida colonial, teniendo dificultades en las transacciones comerciales por la variedad de medidas de peso, superficie y valores. Todo esto sumado a la inexperiencia de De Mot, no podĂ­a dar los resultados que se esperaban.

El Juez de Paz, quien veĂ­a toda esa confusiĂ³n entre los colonos, considerĂ³ que solamente la instrucciĂ³n pĂºblica podĂ­a organizar la vida de esa gente. Para ello hablĂ³ con un poblador, Eugenio Meert, interesĂ¡ndolo en la apertura de una escuela. LogrĂ³ el apoyo oficial del gobierno y consiguiĂ³ abrir la escuela, nombrĂ¡ndose preceptor a Eugenio Meert en 1871.

Una escuela en una colonia constituĂ­a una novedad y un gran progreso. FuncionĂ³ todo el año 1871 y parte de 1872, ya que en marzo de ese año se produjo el Ă©xodo de la colonia.

No habĂ­a sacerdotes, ya que se habĂ­a destruido el templo para construir sobre sus cimientos el palacio de De Mot.

Las fiestas de mayor solemnidad las constituĂ­an las patronales, que no se celebraban en Los Sunchales, por no tener patrono para venerar, pero la gente iba a los pueblos vecinos.

Hacia 1870, en la colonia, las cosas no andaban muy bien. De Mot estaba necesitado de dinero, por haberlo gastado excesivamente y no podĂ­a cumplir con el contrato, por lo que solicitĂ³ una prĂ³rroga de sus obligaciones.

Las cosechas de 1871-1872 no habĂ­an rendido como se esperaba. El disgusto con la administraciĂ³n era general, porque se sufrĂ­a escasez de todo, reinaba la miseria y las privaciones.

La desorganizaciĂ³n con que se habĂ­a iniciado la empresa produjo sus frutos: algunas familias alemanas emigraron a Grutly hacia 1872, otras a Cavour, los italianos a San Carlos y Pilar y los franceses y alemanes a Humboldt.

Sin embargo, no todos los colonos abandonaron sus chacras y el pueblo.

El Fuerte iba desmoronĂ¡ndose, pero no estaba vencido. Los indios ya no eran una amenaza y nuevas colonias fueron surgiendo. En esta vorĂ¡gine colonizadora, Los Sunchales no podĂ­a sucumbir, y de sus ruinas surgiĂ³ otro pueblo, mĂ¡s pujante que nunca: la actual ciudad de Sunchales.

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