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Rosario, tras las huellas del negro Olmedo

ROSARIO TRAS LAS HUELLAS DEL NEGRO OLMEDO

Rosario fue, es y será cuna de grandes. Alberto Olmedo fue el más grande humorista argentino y nació en esta ciudad, en el barrio Pichincha, junto al río.
Tras las huellas del negro Olmedo

En Pichincha lo encuentra 
“Pichincha, vaya a Pichincha”, es lo primero que escucha el visitante cuando pregunta dónde puede encontrar información sobre el negro Olmedo mientras recorre la ciudad de Rosario. 


Pichincha es un barrio que se ha quedado en el tiempo y que hoy, gracias a la presencia permanente de anticuarios y coleccionistas, conserva intacto el mito de lo viejo y lo antiguo.
Tras las huellas del negro Olmedo
Allí, todos los fines de semana del año es posible encontrar vestigios de un glorioso pasado. Muebles antiguos, porcelanas, vajillas y platería, cristalería, objetos de marfil, antiguos relojes y objetos de colección se apoderan del presente tanto en el Mercado Retro de Antigüedades como en las distintas casas de anticuarios que abundan a su alrededor. 

En busca del Negro 
Pichincha tiene también su personaje ilustre, que si bien dejó la ciudad hace bastante tiempo, todavía deambula por algunos puntos imborrables dentro de la cada vez más bella ciudad de Rosario.
Tras las huellas del negro Olmedo
Es que allí, en ese pequeño barrio, nació el genial capocómico Alberto Olmedo, quien a los 18 años llegó a la televisión de Buenos Aires y logró hacerse un lugar entre sus grandes gracias a sus formidables improvisaciones y a su desenfado cada vez que la cámara se prendía. 

El capitán Piluso, el Yeneral Gonzáles, Chiquito Reyes, Rucucú, el dictador de Costa Pobre y el famoso Manosanta fueron algunos, solo algunos, de los personajes que el negro Olmedo inmortalizó en la memoria popular de los argentinos. 


Hoy, algunos de estos personajes se pueden observar en el bar El Negro, ubicado en la vieja pero reciclada esquina entre las calles Callao y Brown, donde distintas placas hechas por un artista plástico de la ciudad los rememoran.
Tras las huellas del negro Olmedo

Sentarse a su lado 
Basta con preguntar sobre él para que la memoria colectiva rosarina comience a funcionar y a recitar: “Yo lo conocí, era el más grande”, “Único, el mejor de todos los tiempos, nunca estudió un libreto, inventaba todo”, “Volvía a Rosario todos los años a encontrarse con los suyos”. 

Los mitos y leyendas muchas veces son acompañados por fotos donde se ve al negro Olmedo disfrazado de capitán Piluso posando junto a niños que hoy ya son adultos. Muchos, quizá quienes reían a carcajadas con sus interpretaciones, todavía no pueden entender el porqué de su fatídica partida, como si se tratase de un chiste que todavía no ha tenido explicación.
Tras las huellas del negro Olmedo
Sin embargo, su inolvidable sonrisa y su pinta de buen tipo perduran en la memoria de todos los que lo conocieron, ya sea personalmente o a través de la TV, y han logrado materializarse en el bronce en un monumento que lo recuerda feliz, esperando a quien quiera sentarse junto a él. Su figura, pelada y sonriente, luce intacta sentada en un banco de plaza en el que todos los días decenas de visitantes se toman una foto.

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