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El norte santafesino con huellas de La Forestal (4ta. parte):


Casa de La Forestal. Archivo La Gallareta. Foto: Lilia Fontana.

Frente de la Farmacia que perteneció a La Forestal. Foto: Oscar Allassia.

Moneda de La Forestal. Archivo de La Gallareta. Foto: Lilia Fontana.

Los obrajes:

Los obrajes estaban emplazados en los bosques que eran destinados a la producción y allí cumplían sus tareas los obrajeros. Su trabajo era el de cortar, pelar y luego acarrear los troncos (que llegaban a pesar hasta 6 toneladas) hasta las vías del ferrocarril propio de la empresa. Para este trabajo, se servían, en la mayoría de los casos, de carros cachapes tirados por bueyes.

Los obrajeros conformaban el sector de trabajadores más populoso en relación con los obreros y empleados de la compañía. Eran hombres duros y acostumbrados al trabajo fuerte que se veían obligados asentarse en los montes de quebrachales, en muchos casos, acompañados de sus familias. Estos hombres, su esfuerzo y voluntad de trabajo, fueron los pilares fundamentales para que La Forestal creara su imperio.

Ellos fueron los que le pusieron el cuerpo a la explotación, a las enfermedades, a los insectos, a las jornadas interminables de trabajo, a la mala alimentación, y en su momento, a la represión. Sin embargo, la compañía no los reconocía como empleados propios, sino como dependientes de los contratistas, que eran personas a las cuales se les asignaba una extensión determinada de bosques para su explotación. Estos eran los encargados de reclutar a los peones (que debían contar con el consentimiento de La Forestal), "Sin su visto bueno, nadie podía ser admitido".

Según testimonios de la época, estos contratistas fueron los que impusieron los métodos de trabajo a los obreros, aunque no se puede negar el conocimiento de estos hechos por parte de La Forestal. Los poderes públicos no eran ajenos tampoco a esas realidades, el informe publicado en el Boletín N° 33 del Departamento Nacional del Trabajo el 31 de julio de 1915, elaborado por el Inspector D. José Elias Nicklison como fruto de comprobaciones hechas en varios meses de observación en los obrajes del Chaco, nos dice: "En consecuencia, es posible interpretar minuciosa y ampliamente el régimen de absorción imperante en ellos y la desconsiderada explotación a que están sometidos aquellos obreros con al proveeduría obligada, los pagos de sus jornales con vales, fichas o moneda emitidas clandestinamente por empresas y particulares; las expoliaciones en las ventas de alimentos, ropas y mercaderías y las inhumanas jornadas de trabajo allí implantadas. Especialmente el peón de monte, el hachero que trabaja de sol a sol, sin horario como los de las fábricas, agotando todos sus esfuerzos para poder cubrir escasamente las necesidades de su subsistencia y la de los suyos, es digno de alguna protección, que haga algo más llevadera su vida de extenuación y de miseria. ".

En el año 1915, se creó una Comisión de Investigación Judicial presidida por el Dr. Luis María Mattos e integrada por el Dr. Romeo David Saccone y el señor Gabriel Faure para evaluar los negocios de esa empresa, en su informe destaca el Diputado Saccone; "el 45% de los obreros tienen cavernas tuberculosas" y mas adelante, nos dice "que estaba avanzando el paludismo, que agotaba las fuerzas físicas del individuo".

En esas condiciones llevaban cabo su trabajo los obrajeros de monte y los obreros de las fábricas con el agravante de que sus jornales eran pagados, en su mayoría, con fichas y vales que solo podían ser canjeados por productos en las almacenes de La Forestal.

Esta metodología no era exclusiva, ni del norte santafecino, ni de la compañía forestal, según la profesora Elizabet Brianza en su trabajo: "Fichas y vales del norte de Santa Fe", "Las fichas o vales para tratar datan en la provincia de Santa Fe desde 1880, aproximadamente. En nuestro país, se pagaba con fichas a los peones de estancia, esquila, vendimia, zafra, obrajes, canteras, etc. Algunas se acuñaban, otras eran simples latas marcadas a punzón que tenían datos del propietario, contratista o razón social, tenían un valor numeral, y finalizada la jornada, semana, quincena, se canjeaba por moneda nacional, aunque no siempre fue así. El motivo de su uso se vio dado por la falta de dinero circulante, y con ello vino acompañado el abuso de muchos propietarios, donde el peón tenía que canjear por alimentos o ropa en sus propios almacenes o provedurias".

Estas condiciones de vida y de trabajo, sumadas a las influencias anarquistas y socialistas propagadas por los inmigrantes europeos, incentivaron a los trabajadores a organizarse en pos de negociar mejoras en sus condiciones laborales.

Las huelgas obreras:

En 1919, el clima de toda la república se hallaba convulsionado. Los efectos de las post guerra se hacían sentir fuertemente. Las constantes alzas de precio, las interminables jornadas laborales, los salarios bajos, entre otros, eran motivo de movimientos sindicales en las principales ciudades y centros fabriles del país. En Enero de 1919 se vivieron en Bs As, las huelgas de los Talleres Vasena, reprimidas ferozmente, hechos conocidos como La Semana Trágica, y en la Patagonia desde 1918 los obreros se estaban levantando contra el orden impuesto. Estos movimientos también se sucedían en la provincia de Santa Fe. El Centro Socialista de Villa Ocampo, la Federación Obrera de Tanino, y el Centro Obrero de Villa Guillermina que respondía a la Federación Obrera Regional Argentina (FORA), eran las entidades que realizaban las tareas sindicales.

En julio de 1919, se produjo la primera huelga de obreros forestales, generando un clima agitado, pero pacifico. Concretamente, solicitaban aumento de los jornales, suspensión de los despidos y turnos de trabajo de 8 horas. El conflicto se solucionó después de varios días de paro, al que se habían sumado los trabajadores ferroviarios de La Forestal, con promesas de mejoras en las condiciones laborales. El 13 de Diciembre del mismo año, los obreros declaran la segunda huelga, que dura hasta mediados de enero de 1920. Esta vez la compañía no accedió a la mayoría de los reclamos y el movimiento fue sofocado con la presencia del regimiento 12 de Infantería y la Gendarmería Volante (Cuerpo armado que respondía a la empresa, conocidos también como Los Cardenales).

Para comienzos de 1921, la desocupación aumentaba, La Forestal, argumentando una baja en los volúmenes de venta de tanino, comenzó a cerrar sus fabricas "el 8 de enero, se había clausurado temporalmente la fabrica de La Gallareta, y antes Santa Felicia y Tartagal.

La Compañía se encontraba con gran número de personas desocupadas, dentro de su propio territorio, El Diario El Litoral en ediciones del 21 de enero decía: " han quedado sin trabajo, al menos 650 personas (en Santa Felicia y Gallareta) como consecuencia de las clausuras de los obrajes. Gran parte de los que prestaban servicios en Tartagal se han dirigido a Calchaquí. El número de obreros dejados sin trabajo es más o menos 2000. El cierre de las fábricas de Tanino situadas en el norte santafecino es un grave inconveniente que sufrirá la población obrera que habita esas regiones."

El 29 de enero de 1921, se desató una huelga de enormes proporciones, los obreros de La Forestal eran apoyados por entidades de Rosario y Buenos Aires. Se produjeron numerosos y violentos enfrentamientos entre los trabajadores y la gendarmería de la compañía, sobre todo en Villa Ana y en Villa Guillermina, donde fueron quemados el local del centro obrero, así como también las casas en las que habitaban los huelguistas.

El diario Santa Fe, del 11 de Abril de 1921 daba cuenta de estos hechos "La llegada a Villa Ana produce la impresión de haberse efectuado un malón de indios, a lo largo de las vías se ven los ranchos quemados, y de muchos no quedan ni vestigios.".

Estos acontecimientos duraron casi hasta abril de ese año, y su saldo en vidas humanas aun se desconoce, pero sirvieron para poner en conocimiento público la problemática de desocupación y pobreza que se daba en el norte de Santa Fe.

La Forestal se retira:

A partir del año 1938, con gran parte de las reservas de quebracho ya agotadas, La Forestal Argentina S.A. (había cambiado su Razón Social en 1931 por: “Forestal Argentina Sociedad Anónima Industrial, Comercial y Agropecuaria") decide invertir en el desarrollo de la explotación del extracto de Mimosa, un árbol que se encontraba en el sur de África, y que tenía un ciclo de crecimiento mucho menor que el quebracho. Si bien la industria quebrachera tuvo un leve repunte debido al estallido de la 2da Guerra Mundial, la Compañía ya había decidido abandonar sus dominios. Los obrajes se van cerrando paulatinamente, quedando sus habitantes, sin trabajo ni posibilidad de conseguirlo y en una tierra que no le pertenecía. "En 1933 Villa Guillermina tenía 7.000 habitantes, Villa Ana, 5.000, la Gallareta 4.000” y esto sin contar los obrajes.

El drama de la desocupación se hacia sentir fuertemente, y la situación empeoró cuando la compañía cerró sus fabricas. Tartagal 1948, Villa Guillermina 1952, Villa Ana 1960 y finalmente en 1963 hizo lo propio con La Gallareta.

Los pueblos forestales otrora ejemplos de desarrollo y progreso, se enfrentaron a un vertiginoso descenso poblacional y a la falta de trabajo, ya sin fábricas, ni nuevas industrias. Los ferrocarriles de la empresa, que habían sido orgullo de las comunicaciones en todo el norte de Santa Fe, fueron lentamente desmontándose para vender sus rieles como hierro. El modelo productivo extraccionista que había planteado La Forestal a lo largo de casi un siglo, llevándose las riquezas que pertenecieron a nuestro suelo, mostraba sus resultados.

Fuente: Diego Nicolau. www.pampagringa.com.ar

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